He ido siguiendo en Carta Fraterna este último tiempo de Feli por estos lares y me fuí acordando de muchas cosas, de las que podemos acordarnos a cierta altura de la vida.
Pero recordaba también los mails cariñosos de Feli, a quien casi no conocía, acompañando en el dolor y la esperanza, escribiendo como si fuera alguien muy cercano y querido.
Feli se hacía cercana en su espiritualidad, querida en su comprensión y su compasión profundamente humana y cristiana y mariana y femenina.
Alguna vez leí que santos son quienes hacen más fácil el creer en Dios. Feli lo hacía. Hoy en el día de la Ascensión, Feli ya llegó al lugar que Jesús le había prometido..
Bendito sea Dios!
Lucrecia Torres de López Sanabria
Salta
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