Mientras suena su risa entre nosotros, se me hacen presentes algunos momentos de Feli, tan querida por todos. Los recuerdos afloran en tiempo de Pentecostés, y en el comienzo de la ejercitación de Soledad y Silencio, que estamos trabajando en el grupo Contemplación Mariana 2.
Jesús se encarnó en María, cargó su cruz hasta la muerte, resucitó y nos dio su Espíritu. Y Feli... me acuerdo de ciertas estaciones de su camino. Cuando era difícil para varios de Soledad Mariana aceptar “eso” de la escuela de oración, “eso” de las laicas consagradas. .. Aceptar no como condescendencia o tolerancia ante algún desvarío, sino como posibles dones de Dios.Pensaba en estos días que su humor, su alegría y sencillez eran la otra cara de esa soledad (mariana) de la que habla la ejercitación de Soledad y Silencio. Allí se dice que uno de los criterios para evaluar la soledad de autopresencia es la “(p)erseverancia y firmeza respecto a la propia vocación y a los valores humanos y divinos fundamentales. Y esto pese a la poca popularidad que puedan tener en un momento dado; más todavía, pese a las presiones del medio ambiente y dificultades de la vida”. Alguna vez, un sacerdote dijo que una prueba muy difícil era la incomprensión de los seres queridos. Quizás cargo las tintas, pero Feli transitó por esto. Lo transitó en cuestiones cruciales para su vida y para su lugar en el movimiento.En la ejercitación se agrega otro criterio para evaluar este don de la soledad: “(g)randes amistades, sentido del humor, originalidad, espontaneidad, creatividad y servicio abnegado”. Cada uno de estos valores parece un apodo de Feli. Hace ya bastante tiempo que los disfrutamos. Creo que en parte han sido fruto de la entereza de su entrega en esos momentos difíciles. Creo también que compartir estos pensamientos y recuerdos -que me inspiran fortaleza, humildad y alegría- puede ayudarnos a valorar las nuestras cruces o podas, que quizás -también- esconden semillas del Reino.
Un abrazo grande,Pablo
Un abrazo grande,Pablo
