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jueves, diciembre 24

Novena de Navidad con Benedicto XVI - Día Noveno



El cumplimiento de la promesa


Vivamos atentamente estos momentos que preceden a la navidad, junto con María, la Virgen del silencio y de la escucha. Ella, que fue totalmente envuelta por la luz del Espíritu Santo, nos ayude a comprender y vivir en plenitud el misterio del nacimiento de Cristo y a mantener vivo el asombro interior, en la ferviente espera del nacimiento del Salvador (Catequesis, 21.12.05)


"Bienaventurada aquella que ha creído en el cumplimiento de las palabras del Señor" (Lc. 1,45).


"Magnificat anima mea Dominum" dice con ocasión de esta visita -"Mi alma engrandece al Señor" (Lc 1,46) - y con ello expresa todo el programa de su vida: no ponerse ella en el centro, sino hacer espacio a Dios, encontrado ya sea en la oración como en el servicio al prójimo -sólo entonces el mundo se vuelve bueno-. María es grande, justamente porque no quiere volverse grande ella misma sino a Dios. Ella es humilde, no quiere ser más que la esclava del Señor. Ella sabe que contribuye a la salvación del mundo, no cumpliendo una obra suya, sino sólo piniéndose a plena disposición de las iniciativas de Dios. Es una mujer de esperanza: sólo porque cree en las promesas de Dios y espera en la salvación de Israel, el ángel puede ir hacia Ella y llamarla al servicio decisivo de esta promesa. Ella es una mujer de fe: "Bienaventurada tu que has creido", le dice Isabel . María es una mujer que ama. (Deus caritas est, 41)


María es una mujer de Esperanza... La esperanza se articula prácticamente en la virtud de la paciencia, que no disminuye el bien, ni siguiera en el aparente fracaso, y en la humildad, que acepta el misterio de Dios y se fía de Él también en la oscuridad.
Justamente por esto debemos ser apóstoles llenos de esperanza, que confían con alegría en las promesas de Dios. Él no abandona nunca a su pueblo, es más, lo invita a la conversión para que se realice su Reino. Reino de Dios quiere decir no Solo que Dios existe y vive, sino que también está presente y obra en el mundo. Es la realidad más íntima y decisiva, en cada acto de la vida humana, en cada momento de la historia (Deus caritas est, 39; Discurso 23.9.05)


María es mujer de fe... Es ella la primera persona que se asocia a Cristo en el camino de la obediencia, de la fe probada y del dolor compartido... Ella es Madre de Aquél que es "gloria de su pueblo Israel" y "luz para iluminar a las gentes", pero también "señal de contradicción" (cfr. Lc. 2,32-34). Y Ella misam en su alma inmaculada deberá ser traspasada por la espada de dolor, mostrando así que su rol en la historia de la salvación no se agota en el misterio de la Encarnación, sino que se completa en la amorosoa y dolorosa participación en la muerte... del Hijo suyo... y justamente así se convertirá no sólo en Madre de Dios, sino en nuestra madre común (Homilía, 2.2.06; Discurso 1.5.06)


María es una mujer que ama... Lo intuimos en los gestos silenciosos que nos cuentan los Evangelios de la infancia. Lo vemos en la delicadeza con la cual en Caná percibe la necesidad en la cual se hallan los esposos y la presenta a Jesús. Lo vemos en la humildad con la cual acepta ser descuidada, durante el período de la vida pública de Jesús, sabiendo que el Hijo debe fundar una nueva familia y que la hora de la Madre llegará sólo en el momento de la Cruz, que será la verdadera hora de Jesús. Entonces, cuando los discípulos hayan huido Ella quedará en la cruz. Más tarde, en la hora de Pentecostés, se juntarán ellos a su alrededor en la espera del Espíritu Santo (Deus caritas est, 41)

Navidad es la fiesta de la paz. El niño que Isaías anuncia es llamado por él "Principe de la paz". De su reino se dice: "la paz no tendrá fin". A los pastores, se anuncia en el Evangelio "la gloria de Dios en lo alto del cielo" y "la paz en la tierra"... Junto con María, cultivemos la certeza de que el hombre que se deja iluminar por el esplendor de la verdad emprende casi naturalmente el camino de la paz (Homilía, 24.12.05 / 1.1.06)


Oración Conclusiva


Padre bueno y misericordioso
que nos has sostenido
en el camino de este Adviento,
danos saber vivir en plenitud
la gracia de la Santa Navidad
donde se cumple tu Palabra.
María, Madre del Salvador,
queremos imitarte...
Haciéndonos conformes a tu Hijo,
humildes y obedientes
haz que nosotros también
dediquemos nuestra vida
a un fiel y generoso servicio
que dé gloria a Dios y ayude
a nuestros hermanos.
Por Cristo nuestro Señor
Amen

Movimiento Soledad Mariana

"Soledad Mariana" es un Movimiento de espiritualidad mariana y contemplativa, fundado en la Argentina en 1973, por el monje trapense Bernardo Olivera, actual Abad del Monasterio Nuestra Señora de los Ángeles de Azul, provincia de Buenos Aires.