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domingo, noviembre 20

Día 20: Nuestra Señora del Rosario

Historia
Su advocación se remonta a una hermosa historia del siglo XIII. Lo primero que Santo Domingo fundó no fueron los religiosos varones, sino sus monjas en la ciudad de Prulla (Francia). Allí, junto a una capilla dedicada a la Santísima Virgen, se le aparece Nuestra Señora y le entrega el Rosario –que significa corona de rosas- y le impulsa a difundirlo por el mundo. Santo Domingo cumplió este encargo "con la más clara fe en la devoción del santo Rosario, que fue el primero en propagar, y que personalmente y por sus hijos llevó a los cuatro ángulos del mundo".

Lectura: Mt 6, 6-9
"Tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Y al orar, no hablen mucho como hacen los paganos, creyendo que Dios va a escuchar todo lo que hablaron. No sean como ellos, pues su Padre ya sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan."

Reflexión
Sus raíces son profundamente bíblicas, ya que tienen como base la oración de Jesús: el Padre nuestro (Mt 6, 9-13), el saludo a María por parte del Ángel (Lc 1, 28) y de Santa Isabel (Lc 1, 42), además de renovar los momentos gozosos, dolorosos, luminosos y gloriosos de la vida de Cristo y de María. A través del rezo del Santo Rosario vamos meditando y uniendo su vida a esos momentos de nuestra vida. Esta es una forma privilegiada de acompañar la vida cotidiana de María y Jesús, como por ejemplo cuando creció en Nazareth (Lc 1, 51-52). De allí que el Rosario debe ser rezado y meditado uniendo la vida de Jesús y de María a la de cada uno de nosotros y ofreciendo esa oración a Dios con la intención de hacerlo parte de nuestra vida cristiana.
Por eso esta oración ha marcado a tantos por tanto tiempo, ya que además de su riqueza bíblica, tiene la fuerza misionera de acercar el camino de Cristo y de María a muchos y busca que esos impulsos se transformen en un estilo de vida y de trabajo en nosotros.

Oración
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros, esos tus ojos misericordiosos.
Y, después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas
de nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

1 comentarios:

Susana Fernandez dijo...

Queridos todos:

¡Aleluya, Gloria a Dios!
¡Maravilloso testimonio Marinés, porque no podemos acallar lo vivido!

Tampoco podemos ignorar la transformación a la que vamos asistiendo en nuestras vidas personales, la fe enamorada que crece en nuestros corazones y va "misionando" esperanza a los hermanos que buscan consuelo, como testimonia el Chino respecto también a estas misas. Los tristes ríen, se van felices, los enfermos encuentran alivio y muchos, sanación de sus males.

Y esta experiencia profunda en la vida de la gracia trasciende al resto de nuestras vidas al terminar la misa, transforma nuestros afectos, a mi particularmente me instó al perdón y renovó mi práctica profesional en servicio a Dios.

Efecto multiplicador del Amor de Dios que opera en nuestras vidas, haciéndonos junto a María, misioneros enamorados de la esperanza.
¡Bendito seas Señor!!!
Susana

Movimiento Soledad Mariana

"Soledad Mariana" es un Movimiento de espiritualidad mariana y contemplativa, fundado en la Argentina en 1973, por el monje trapense Bernardo Olivera, actual Abad del Monasterio Nuestra Señora de los Ángeles de Azul, provincia de Buenos Aires.