LOS 25 AÑOS DE CONSAGRADA DE FELI
¡25 años!
Feli hubiera cumplido las Bodas de Plata con el Señor. Y en realidad los cumplió, porque de mayo a agosto es un suspiro de tiempo, sólo dos meses y medio. ¡Nada! Ya estaba llegando pero antes se la llevó el Esposo, a Quien tanto amaba, Quién la había elegido y a Quién ella había respondido con un "Fiat" hace ya tanto tiempo.
¿Qué puedo decir yo que fui su hermana?
Que aprendí muchísimo de su fe, de su entrega, de su disponibilidad para acompañar a cualquiera que sufriera, de su creatividad, de su imaginación para atraer a las personas hacia Cristo, de su respeto por la Iglesia como institución, de su firme convicción de que la doctrina era la doctrina y no algo que se podía elegir o no según la propia conveniencia, de su amor por la Eucaristía, de su disposición para rezar en cada situación, para hacer de la vida oración.
Y además, para bajar a lo cotidiano: de su originalidad, su eficiencia, su practicidad, su organización, su rapidez mental, su sentido del humor, su compañerismo, sus ganas de disfrutar las cosas pequeñas y grandes, sus …y se podría seguir hasta el cansancio.
Pero hay algo que tuvo Feli, y con eso me quedo para recordar en un espacio chico como son estas líneas. A ella le molestaba que uno le ponderara su inteligencia. ¡Era más que brillante! Feli me contestaba que prefería el corazón y yo le decía que justamente era una inteligencia de corazón o un corazón inteligente. Eso fue lo que la caracterizó más, junto a su desopilante sentido del humor. Esas dos cualidades la hacían muy especial. ¡Corazón inteligente o inteligencia de corazón! Da lo mismo. Eso era Feli, mi hermana.
Mónica
.................
Querida Feli: sé que oís mi corazón y no es necesario escribirte hoy, en este aniversario tuyo pero igual quiero hacerlo, haciendo público a los demás que has marcado mi camino de consagración a Dios en esta querida espiritualidad mariana y contemplativa que nos ha regalado Bernardo.
Recuerdo perfectamente cuando llamaste a casa de mis padres, con quienes yo vivía en ese año 1984, a invitarnos a la misa de tu consagración a Dios en Soledad Mariana.
La única que estuvo presente de mi familia, fue Ana mi hermana y tu amiga, quien gozó de tu fiesta. Al volver nos contó sobre tu estar radiante y feliz con tu nuevo estado. Ambas ya están juntas en el banquete eterno, no lo dudo.
Al poco tiempo de esto, ya estaba compartiendo con vos esta maravillosa vivencia de tu consagración a Dios en Soledad Mariana. Así empezamos a caminar en esta nueva aventura y vocación que Soledad Mariana puso en nuestros corazones para vivir este tiempo de la historia y donarnos en el corazón de la Iglesia.
Puedo mirar a través de estos años transcurridos un camino de enorme aprendizaje hecho de la mano de Dios donde verdaderamente fuiste dejándote moldear, día a día, en esa insaciable entrega que deseaste vivir siempre. Acá nombro algo de lo tanto que me has dejado para aprender y seguir…
La Oración de la mano de la Biblia, tu tesoro más precioso junto con la Eucaristía, tu constante e incondicional deseo.
La Visita, tu cálida acogida, el encuentro con el otro, la Escucha gigante que siempre te caracterizó en beneficio del que acompañabas y también de los que se te cruzaban en el camino dejando una huella en el prójimo. Tu casa abierta hospedando a personas que lo necesitaban.
El Anuncio del Evangelio, apasionada en el darte con tu preparación constante de dinámicas y reflexiones para retiros, desiertos personales que preparabas a otros, grupos de oración, trabajos para nosotros los consagrados y tanto más.
Tu servicio concreto y pronto en acompañar a los solos, siempre pendiente. A los que estaban pasándola mal, a los que estaban cercanos a su muerte, siempre atenta, tanto con el gesto como con la oración y la comunicación a los demás.
Tu trabajo por la unidad en todos y con todos fue una característica de tu acompañar.
Tu fuerte amor por Soledad Mariana. Todavía tenemos los diplomas que preparaste para Adelina Martorell, Rosita R.Guiñazú, Rosita Kinzly, Olga Sanchez, Toto R.Estevez, y Ana Blousson, queriendo premiarlos por su antigüedad y fidelidad al movimiento.
Pensabas en todos y soy testigo que verdaderamente te condolías con quien estaba sufriendo, renunciando muchas veces a tu propio malestar físico.
Tu Fe, fue creciendo grande, verdadera inquieta de Dios.
Tan querida Feli, compañera fiel y para siempre hermana. Maestra en el Acompañar.
Mujer de grandeza que mostraste siempre tus debilidades peleando por salir adelante buscando siempre el amor en la verdad. Revirtiendo situaciones con tu gozado sentido del humor que parecían pinceladas artísticas por tu creativo amor.
Tu capacidad de amar, ganó a todas tus otras positivas cualidades. El amor lo supiste ubicar en el primer lugar y está claro que fue quien ganó la batalla de tu buen combate.
¡Gracias Señor por la vida de Feli!, gracias por su sendero creciente donde conociendo sus búsquedas fui testigo de esa transformación grande que fue haciendo hacia el Amor Puro. Verdaderamente pudo expresar y vivir plenamente en toda su última enfermedad una constante Ofrenda a Vos, Señor.
María Madre de los Contemplativos, Feli confirmó tu presencia en su vida. ¡Bendita seas!
Me queda ahora junto con mis hermanos consagrados ser fiel a todo este tiempo de gozo entrañable recibido de Feli. Ella nos escribió los "Estatutti Contentti" (nuestros estatutos que así los llamó) donde describió nuestro modo de vida.
Y aquí me despido a ustedes querida familia de Soledad Mariana, a quien les comparto algo de lo mucho que está en el corazón…
Les dejo al final de estas líneas unas palabras de Feli que describen su camino. A todos GRACIAS POR LA COMUNIÓN FRATERNA Y ESTAR, EN MARÍA DE SAN JOSÉ.
María
"La vida consagrada, nos regala la certeza y disponibilidad en Aquel para Quien nada es imposible, en la entrega total con sabor a cruz..."
Feli Carbó 14/10/00