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viernes, abril 6

Viernes Santo

 Meditación sobre la Pasión según S. Juan 18, 1-19, 42


Leemos hoy la Pasión.
-"¿A quién buscáis?" "A Jesús el Nazareno"--"Soy Yo" Así que Jesús les dijo: "Yo soy", retrocedieron y cayeron en tierra El evangelista subraya este detalle simbólico.
A lo largo del evangelio, te ha sido hecha está pregunta ¿Quién es Jesús? La respuesta surge luminosa ahora: ¡Jesús es Dios! La Pasión, según san Juan está marcada de una majestad divina resplandeciente. Es Jesús quien conduce los acontecimientos de su propia pasión. Aquí, cuando dice "Soy Yo" sus adversarios "caen en tierra".
-Jesús dijo a Pedro: "Mete la espada en la vaina. El cáliz que me dio mi Padre, ¿no he de beberlo? Libertad soberana y lucidez. Señor, ayúdanos a tomar por la cintura nuestras cruces, como Tú.
-Yo públicamente he hablado al mundo... ¿Qué me preguntas a mí? Lo que Yo he enseñado, pregúntalo a los que me han oído. No, no es un condenado corriente. No baja la cabeza ante sus jueces: es él quien les juzga.
-"Si hablé mal, muéstrame en qué, y si bien, ¿por qué me pegas? Es El quien pregunta a sus interrogadores.
-¿Por tu cuenta dices esto o te lo han dicho otros de mí? ¡Que seguridad! Es bueno pensar, Señor, que Tú no eras un hombre abatido sino "un hombre que está en pie." Danos esta valentía, esta solidez personal ante la prueba.
-Mi reino no es de este mundo; si de este mundo fuera mi reino, claro está que mis gentes me habrían defendido para que no cayese en manos de los judíos, mas mi reino no es de acá. Yo no soy "de acá", sino "de otra parte", de "lo alto"... Misterio de su persona. Adoro, Señor, tu realeza escondida invisible.
-"No tendrías ningún poder sobre mí si no te hubiera sido dado de lo alto." Siempre la misma autoridad soberana.
¡La gloria de la resurrección está "ya" presente en ese condenado! Incluso en lo más hondo de la humillación, la exaltación divina está presente, subyacente. Y las ceremonias del "viernes santo" no son ritos fúnebres: es ya la celebración de la "Gloria de la Cruz".
-Mujer, ahí tienes a tu Hijo... Ahí tienes a tu Madre... Y por lo tanto "la humanidad" exquisita de Jesús está también siempre presente.
-"Todo está cumplido." No es un "final. Es un "cumplimiento": una obra terminada, llevada a la perfección. Señor, ayúdanos a "cumplir" nuestra vida hasta el final.
-Uno de los soldados le atravesó con su lanza el costado: y al instante salió sangre y agua... Es el símbolo de los "sacramentos", de la "vida nueva" que surge. No es un "final" es un inmenso comienzo, una cascada de vida: millares de salvados, múltiples eucaristías, múltiples bautizos...
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 174 s.

jueves, abril 5

Jueves Santo - J. Rathzinger

Meditación de Joseph Rathzinger


En el calendario de los nómadas, de los cuales heredó Israel la fiesta pascual, la Pascua era el primer día del año, el día en que Israel había de ser nuevamente defendido contra la amenaza de la nada. La casa y la familia son como el valle en que la vida se halla protegida, el lugar de la seguridad y de la paz; la paz del habitar juntos, que permite vivir y guarda la creación. También en tiempos de Jesús se celebraba la Pascua en las casas, en las familias, luego de la inmolación de los corderos en el templo. Estaba prohibido abandonar la ciudad de Jerusalén en la noche de Pascua. Toda la ciudad se consideraba lugar de salvación contra la noche del caos, y sus muros eran como diques que defendieran la creación.
Todos los años, por Pascua, Israel debía acudir en peregrinación a la ciudad santa, para volver a sus orígenes, para ser creado de nuevo, para recibir otra vez su salvación, su liberación y fundamento. Hay aquí una profunda sabiduría. A lo largo de un año, un pueblo se halla siempre en peligro de disgregarse, no sólo exteriormente, sino también desde dentro, y de perder así las bases interiores que lo sustentan y rigen. Tiene necesidad de volver a sus antiguos fundamentos. La Pascua representaba este retorno anual de Israel, desde los peligros de aquel caos que amenaza a todo pueblo a aquello que antaño lo había fundado y que continuaba edificándolo en todo momento, a su ininterrumpida defensa y a la nueva creación de sus orígenes. Y puesto que Israel sabía que sobre él brillaba la estrella de la elección, era también consciente de que su buena o malaventura traería consecuencias para el mundo entero, que en su existencia o en su fracaso se jugaba el destino de la tierra y de la creación.
También Jesús celebró la Pascua conformándose al espíritu de esta prescripción: en casa, con su familia, con los apóstoles, que se habían convertido en su nueva familia. Obrando de este modo, obedecía también a un precepto entonces vigente, según el cual los judíos que acudían a Jerusalén podían establecer asociaciones de peregrinos, llamadas chaburot, que por aquella noche constituían la casa y la familia de la Pascua. Y es así como la Pascua ha venido a ser también una fiesta de los cristianos. Nosotros somos la chaburah de Jesús, su familia, la que el fundó con sus compañeros de peregrinación, con los amigos que con él recorren el camino del Evangelio a través de la tierra y de la historia.
Como compañeros suyos de peregrinación, nosotros somos su casa, y de esta suerte la Iglesia es la nueva familia y la nueva ciudad que es para nosotros lo que fue Jerusalén, casa viviente que aleja las fuerzas del mal y lugar de paz que protege a la creación y a nosotros mismos. La Iglesia es la nueva ciudad en cuanto familia de Jesús; es la Jerusalén viviente, cuya fe es barrera y muralla contra las fuerzas amenazantes del caos, que se confabulan para destruir el mundo. Sus murallas se hacen fuertes en virtud del signo de la sangre de Cristo, es decir, en virtud del amor que llega hasta el fin y que no conoce límites. Este amor es la potencia que lucha contra el caos; es la fuerza creadora que funda continuamente al mundo, los pueblos y las familias, y de este modo nos ofrece el shalom, el lugar de la paz, en el que podemos vivir el uno con el otro, el uno para el otro, el uno proyectado hacia el otro.
Pienso que, sobre todo en nuestro tiempo, existen sobradas razones para reflexionar de nuevo sobre tales analogías y referencias, y para dejar que ellas nos hablen. Porque no podemos menos de ver la fuerza del caos; no podemos menos de ver cómo surgen, precisamente en el seno de una sociedad desarrollada que parece saberlo y poderlo todo, las fuerzas primordiales del caos que se oponen a lo que esa sociedad define como progreso. Vemos cómo un pueblo que ha llegado a la cúspide del bienestar, de la capacidad técnica y del dominio científico del mundo, puede ser destruido desde dentro, y cómo la creación es amenazada por las oscuras potencias que anidan en el corazón del hombre y cuya sombra se cierne sobre el mundo.
Sabemos por experiencia que la técnica y el dinero no pueden por sí solos alejar la capacidad destructiva del caos. Únicamente pueden hacerlo las murallas auténticas que el Señor nos ha construido y la nueva familia que nos ha dado. Y yo pienso que, por este motivo, la fiesta pascual, que nosotros hemos recibido de los nómadas a través de Israel y de Cristo, tiene también una importancia política eminente en el más profundo de los sentidos. Nuestros pueblos de Europa tienen necesidad de volver a sus fundamentos espirituales si no quieren perecer, víctimas de la autodestrucción.
Esta fiesta debería volver a ser hoy una fiesta de la familia, que es el auténtico dique puesto para defensa de la nación y de la humanidad. Quiera Dios que alcancemos a comprender de nuevo esta admonición, de suerte que renovemos la celebración de la familia como casa viviente, donde la humanidad crece y se vence al caos y la nada. Pero debemos añadir que la familia, este lugar de la humanidad, este abrigo de la criatura, únicamente puede subsistir cuando ella misma se halla puesta bajo el signo del Cordero, cuando es protegida por la fuerza de la fe y congregada por el amor de Jesucristo. La familia aislada no puede sobrevivir; se disuelve sin remedio si no se inserta en la gran familia, que le da estabilidad y firmeza. Por esta razón, ésta ha de ser la noche en la que rehacemos el camino que conduce a la nueva ciudad, a la nueva familia, a la Iglesia; la noche en que de nuevo nos adherimos a ella con el más firme de los vínculos, como a la patria del corazón. En esta noche deberíamos aprender de esta familia de Jesucristo a conocer mejor a la familia humana y a la humanidad que ha de guiarnos y protegernos.
Se nos ofrece otra reflexión. Israel heredó esta fiesta del culto y de la cultura de los nómadas. Celebraban éstos la fiesta de la primavera el día en que iniciaban una nueva migración con sus rebaños. Lo primero que se hacía era trazar con sangre de cordero un círculo en torno a las tiendas. Con este gesto trataban de defenderse seguramente contra las fuerzas de la muerte, a las que deberían enfrentarse en no pocas ocasiones en el mundo desconocido del desierto. La ceremonia se llevaba a cabo con las vestimentas del peregrino en el momento de la partida, con la comida de los nómadas, el cordero, las hierbas amargas, que sustituían a la sal, y con el pan sin levadura. Israel ha heredado de sus tiempos de nomadismo estos elementos fundamentales en la celebración tradicional de la fiesta, y la Pascua le ha recordado siempre el tiempo en que era un pueblo sin hogar, un pueblo en camino y sin patria. Esta fiesta le ha traído siempre a la memoria que, aun cuando tenemos casa, seguimos siendo nómadas; como hombres que somos, nunca nos hallamos definitivamente en casa, estamos siempre con el pie en el estribo. Y pues vamos de camino y nada nos pertenece, todo cuanto poseemos es de todos y nosotros mismos somos el uno para el otro. La Iglesia primitiva tradujo la palabra Pascha como «paso», y expresó de este modo el camino de Jesucristo a través de la muerte hasta la nueva vida de la Resurrección.
Por este motivo, la Pascua ha sido siempre, y sigue siendo hoy para nosotros, fiesta de la peregrinación; también a nosotros nos dice: somos únicamente huéspedes en la tierra; todos somos huéspedes de Dios. Por eso nos exhorta a sentirnos hermanos de aquellos que son huéspedes, pues nosotros mismos no somos otra cosa que huéspedes. Somos tan sólo huéspedes en la tierra; el Señor, que se hizo él mismo huésped y nómada, nos pide que nos abramos a todos aquellos que en este mundo han perdido la patria; espera de nosotros que nos pongamos a disposición de los que sufren, de los olvidados, de los encarcelados, de los perseguidos. El está presente en todos ellos. En la ley de Israel, cuando se dan normas para el tiempo en que el pueblo se establezca definitivamente en la tierra prometida, se insiste en prescribir que los peregrinos sean tratados igual que todos; y al hacerlo, se acude siempre a las palabras: «¡Recuerda que tú mismo fuiste nómada y peregrino!» Somos nómadas y peregrinos. Este es el punto de vista desde el que debemos entender la tierra, nuestra vida misma, el ser el uno para el otro.
Estamos tan sólo de paso en la tierra, y esto nos hace recordar nuestra más secreta y profunda condición de peregrinos; nos hace recordar que la tierra no es nuestra meta definitiva, que estamos en camino hacia el mundo nuevo, y que las cosas de la tierra no constituyen la realidad última y definitiva. Apenas nos atrevemos a decirlo, porque se nos echa en cara que los cristianos no se han preocupado nunca de las cosas terrenas, que no se han entregado en serio a edificar la ciudad nueva de este mundo, siempre con el pretexto de que tenían en el otro su morada. Nada de esto es verdad. Quien se zambulle en el mundo, aquel que ve en la tierra el único cielo, hace de la tierra un infierno, porque la fuerza a ser lo que no puede ser, porque quiere poseer en ella la realidad definitiva, y de esta suerte exige algo que le enfrenta consigo mismo, con la verdad y con los demás.
No; nos hacemos libres, libres de la codicia de poseer, justamente cuando tomamos conciencia de nuestro ser nómadas; es entonces cuando nos hacemos libres los unos para los otros, y es entonces también cuando se nos confía la responsabilidad de transformar la tierra, hasta que podamos un día depositarla en las manos de Dios. Por esta razón, esta noche del tránsito, que nos recuerda el último y definitivo trayecto del Señor, ha de ser para nosotros exhortación constante a recordar nuestro último viaje y a no echar en olvido que un día debemos abandonar todo cuanto poseemos, y que, al final de la vida, lo que de veras cuenta no es lo que tenemos, sino únicamente lo que somos; que, a lo último, deberemos responder sobre cómo -fundados en la fe- hemos sido personas en este mundo, personas que se han dado recíprocamente la paz, la patria, la familia y la nueva ciudad.
La Pascua se celebraba en casa. Así lo hizo también Jesús. Pero después de la comida, él se levantó y salió fuera, rebasó los límites establecidos por la ley, porque pasó al otro lado del torrente Cedrón, que señalaba los confines de Jerusalén. No tuvo miedo del caos, no quiso esquivarlo, se adentró en él hasta lo más profundo, hasta las fauces mismas de la muerte. Jesús salió, y esto significa que, pues las murallas de la Iglesia son la fe y el amor de Jesucristo, la Iglesia no es plaza fortificada, sino ciudad abierta; y, en consecuencia, creer significa salir también con Jesucristo, no temer el caos, porque Jesús es el más fuerte, porque él penetró en ese caos, y nosotros, al afrontarlo, le seguimos a «él». Creer significa salir fuera de los muros y, en medio de este mundo caótico crear espacios de fe y de amor, fundados en la fuerza de Jesucristo. El Señor salió fuera: éste es el signo de su fuerza. Bajó a la noche de Getsemaní, a la noche de la cruz, a la noche del sepulcro. Y pudo bajar porque, frente al poder de la muerte, él es el más fuerte; porque su amor lleva en sí el amor de Dios, que es más poderoso que las fuerzas de la destrucción. Su victoria, por tanto, se hace real justamente en este salir, en el camino de la Pasión, de suerte que, en el misterio de Getsemaní, se halla ya presente el misterio del gozo pascual. El es el más fuerte; no hay potencia que pueda resistírsele ni lugar que él no llene con su presencia. Nos invita a todos a emprender el camino con él, pues donde hay fe y amor, allí está él, allí la fuerza de la paz, que vence la nada y la muerte.
Al finalizar la liturgia del Jueves Santo, la Iglesia imita el camino de Jesús trasladando al Santísimo desde el tabernáculo a una capilla lateral, que representa la soledad de Getsemaní, la soledad de la mortal angustia de Jesús. En esta capilla rezan los fieles; quieren acompañar a Jesús en la hora de su soledad. Este camino del Jueves Santo no ha de quedar en mero gesto y signo litúrgico. Ha de comprometernos a vivir desde dentro su soledad, a buscarle siempre, a él, que es el olvidado, el escarnecido, y a permanecer a su lado allí donde los hombres se niegan a reconocerle. Este camino litúrgico nos exhorta a buscar la soledad de la oración. Y nos invita también a buscarle entre aquellos que están solos, de los cuales nadie se preocupa, y renovar con él, en medio de las tinieblas, la luz de la vida, que «él» mismo es. Porque es su camino el que ha hecho posible que en este mundo se levante el nuevo día, la vida de la Resurrección, que ya no conoce la noche. En la fe cristiana alcanzamos esta promesa.
Pidamos a Jesús en esta Cuaresma que haga resplandecer su luz por encima de todas las oscuridades de este mundo; que nos haga entender, también a nosotros, que él permanece siempre a nuestro lado en la hora de la soledad y el vacío, en la noche de este mundo, y que así edifica, por nuestro medio, la nueva ciudad de este mundo, el lugar de su paz, de la nueva creación.
JOSEPH RATZINGER
EL CAMINO PASCUAL
BAC POPULAR MADRID-1990.Págs. 107-113

miércoles, abril 4

Miercoles Santo

Meditación sobre el evangelio: Mateo 26, 14-25

Hoy vamos a meditar la misma escena que ayer, explicada esta vez por Mateo. Lo esencial es común en ambas narraciones.
Pero Mateo pone de relieve algunas significaciones diferentes de las anotadas por Juan.
-Entonces uno de los doce, llamado Judas, se fue a los príncipes de los sacerdotes y les dijo: "¿Qué me dais y os lo entrego?" Se convinieron en treinta piezas de plata, y desde entonces buscaba ocasión favorable para entregarle.
Vemos, aquí a Judas tomar la iniciativa.
Misterio de la libertad y de la culpabilidad humanas. Todos los evangelistas subrayan que Judas iba tras el dinero: esta es la explicación inmediata que dan al gesto aberrante de su antiguo colega.
¡El dinero!
-El día primero de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le dijeron. "¿Dónde quieres que preparemos para comer la Pascua?" El les dijo: "Id a la ciudad a casa de un tal y decidle: El Maestro dice: "Mi tiempo está próximo, quiero celebrar en tu casa la Pascua con mis discípulos." "Mi tiempo está próximo..."
No deja de pensar en lo que se acerca. Jesús ha previsto "esta comida" el lugar preciso lo había ya determinado con un amigo... La "Cena", la primera Misa, no es una comida improvisada al azar. Será una "comida pascual" evocando toda la tradición judía. El pan sin levadura evocaba la salida rápida de Egipto en la que no hubo tiempo de dejar fermentar la pasta: comida festiva cantando una liberación.
-Llegada la tarde se puso a la mesa con los doce discípulos; y mientras comían dijo: "Uno de vosotros me entregará".
Muy entristecidos comenzaron a decirle cada uno: "¿soy acaso yo, Señor?"
Y con eso llegamos al relato de Juan. La iniciativa de Jesús.
La interrogación de los apóstoles.
-Respondió: "El que conmigo mete la mano en el plato..."
Los detalles precisos son diferentes, pero el sentido es el mismo. Jesús hace un gesto "de comunión": para un Hebreo, tender a alguien el plato, es hacer un gesto simbólico de amistad.
Puede decirse que, por parte de Jesús, no hay ninguna condena, sino el ofrecimiento de una amistad. Es Judas solo el que se condena al rehusar la tentativa de su amigo. Por otra parte, Jesús estaba suficientemente habituado a "comer con los pecadores", como se le ha reprochado a menudo: y esta tarde, no menos que otras veces, no ha rechazado a un pecador... es Judas quien se ha separado de El.
La Eucaristía, es también una comida en la que Jesús nos ofrece la comunión con El.
Cada misa es un gesto de Jesús hacia los pecadores que somos nosotros, siempre que no nos excluyamos nosotros al rehusar su amor.
Haz que descubramos, Señor, la significación simbólica de la comida que Tú ofreces a los hombres: tenemos a un Dios que "ama a los pecadores y quiere salvarlos".
Pero, tenemos también a un Dios que respeta nuestras libertades y no se impone.
-"¿Soy acaso yo, Rabbí?"
-"Tú lo has dicho." Eres tú quien lo has dicho... eres tú quien decide la respuesta a dar.
Jesús coloca a Judas ante su responsabilidad. Todo sería posible todavía si Judas aceptara esta mano que Jesús continúa tendiéndole.
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 170 s

martes, abril 3

Martes Santo

Meditación sobre el evangelio: Juan 13, 21-38


Después de la meditación de ayer que se situaba históricamente en Betania el lunes por la tarde... saltamos directamente a la tarde del jueves, durante la ultima cena.
-Jesús dijo: "Uno de vosotros me entregará" Se miraban los discípulos unos a otros, sin saber de quién hablaba.
Jesús toma la iniciativa de anunciar la traición.
Está solo. Nadie entiende en esto nada.
Uno de los discípulos, el amado de Jesús...
Juan subraya esto. Y es a ese título que él interviene. La amistad.
-Estaba recostado junto a Jesús. Simón Pedro le hizo señal, diciéndole: "Pregúntale de quién habla". El discípulo, inclinándose hacia el pecho de Jesús, le dijo: "Señor, ¿quién es?"
Es una escena que ha sido representada por muchos pintores.
Familiaridad.
Sí, Tú, Señor, has aceptado estos gestos sencillos. No te has avergonzado de haber necesitado este afecto... de poder hablar con verdaderos amigos...
Por otra parte, vemos una vez más en el Evangelio, las funciones complementarias, en la Iglesia: Pedro toma la iniciativa - prioridad oficial-, pero es Juan el que hace el encargo delicado.
Cada uno tiene su sitio particular. Todos no pueden hacer todo. Ayúdame, Señor, a cumplir bien mi cometido, y en mi sitio. Durante estos días santos, quisiera, a mi manera, vivir contigo, Señor. Ofrecerte mi amistad. Procuraré pensar mucho más en ti en el curso de estos días venideros.
-"Aquel a quien yo mojare y diere un bocado". Se lo da a Judas... y Jesús le dice: "Lo que has de hacer, hazlo pronto." Ninguno de los que estaban a la mesa conoció a qué propósito hacía aquello. Judas tomando el bocado, se salió luego.
Era de noche.
Todo se hace con palabras veladas... en una especie de pudor sigiloso, entre Jesús y Judas... como si Jesús no quisiera perjudicar a Judas: los demás no entienden lo que está pasando.
Hasta aquí llega la lucidez de Jesús frente a su muerte: es El quien dirige las operaciones; es El quién decide la hora: "lo que has de hacer, hazlo pronto,". Mi vida, nadie la toma, soy Yo quien la da. He aquí mi Cuerpo entregado por vosotros.
-Así que salió, dijo Jesús: "Ahora ha sido glorificado el Hijo del Hombre, y Dios ha sido glorificado en él... Dios también le glorificará pronto." Palabras asombrosas. Como ayer son también una anticipación. La "gloria" ya está ahí, desde que la muerte ha sido decidida, desde que el traidor ha salido para su faena.
-Hijitos míos, todavía estaré un poco con vosotros... Yo me voy.
Tú no piensas en ti, sino en ellos. Van a quedarse solos. Pedro adivina algo, sin duda. Y ¡propone "seguir" a Jesús!
-"¿Darás por mí tu vida?... En verdad te digo que no cantará el gallo antes que tres veces me niegues."
¡Pobre Pedro! Y sin embargo él se creía muy generoso, y lo era, a su modo. Jesús le anuncia su propia traición, algunos minutos después de la de Judas. Entonces, de repente, el silencio debió de ser muy denso en el grupo.
Tu soledad ¡oh Jesús! es total. Has ido hasta el límite de la condición humana. El hombre, que más solo se encuentre a la hora de la muerte, puede reconocerse en ti.
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984 .Pág. 168 s.

lunes, abril 2

Lunes Santo

Meditación sobre el evangelio: Juan 12, 1-11


-Seis días antes de la "Pascua", vino Jesús a Betania donde estaba Lázaro a quien había resucitado de entre los muertos.
El evangelista Juan hace notar la proximidad de la Pascua, y la presencia de Lázaro "que El había resucitado" de entre los muertos. Esto es ya una "clave" de interpretación.
La escena que vamos a leer sucedió pues el "lunes" de la última semana de Jesús. Es la gran semana "pascual" de Jesús, la que comienza así.
-Le dispusieron allí una cena. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con El.
Comienzo por meditar, muy sencillamente, sobre esta comida.
Escena concreta. Me imagino los gestos y las palabras de esa comida entre amigos, como si yo estuviera presente.
Sí, un día, Señor, fuiste invitado en casa de unos amigos.
Antes que llegaran las horas de brutalidad y de odio vino la hora de la amistad, el momento reconfortante. Tus enemigos están preparando en la sombra, el complot en Jerusalén.
Pero en esta casa de las afueras de Jerusalén, Tú eres feliz con Marta, María y Lázaro...
-María, tomando una libra de ungüento de nardo legítimo, de gran valor, ungió los pies de Jesús y los enjugó con sus cabellos, y la casa se llenó de olor del ungüento.
Escena misteriosa, gesto insólito. En primer lugar es un gesto de amistad. Es también un gesto gratuito, casi excesivo, enorme... un despilfarro, como hará resaltar Judas.
-"¿Por qué este ungüento no se vendió en trescientos denarios y se dio a los pobres?"
Una fortuna "echada al aire" Trescientos denarios, en aquella época debían representar el salario de trabajo de un jornalero durante un año. ¿Por qué Juan nos ha contado esto?
¿Dónde quiere ir a parar?
-Jesús dijo entonces: "¡Déjala! Lo tenía guardado para el día de mi sepultura.
Este gesto tiene pues un alcance pascual. Jesús subraya que María anticipa aquí los cuidados que no podrán ser dados a su cadáver; La unción ritual de la sepultura, obligatoria para los judíos, no podrá tener lugar la tarde del viernes, pues el sábado de Pascua habrá ya empezado -Juan lo subrayará en 19, 42-... pero esta unción tampoco podrá hacerse la mañana del Domingo, primer día de la semana, pues cuando las mujeres llegarán al sepulcro con este fin, provistas de aromas y bálsamos, había ya resucitado: ellas encontrarán la tumba vacía.
Simbólicamente, esta "unción" del lunes es pues signo de la Resurrección.
Jesús piensa en su muerte... en su sepultura... Todo esto está cerca. Habla de ello con mucha lucidez, como estos enfermos valientes que sintiendo la muerte próxima, van hacia ella con plena conciencia y tranquilos lo comentan con sus amigos y parientes. Este fue el caso de Jesús.
Pero Jesús piensa también siempre en su resurrección.
-Porque pobres siempre los tenéis con vosotros, pero a mí no me tenéis siempre.
Jesús se da perfecta cuenta de que su "ausencia" físicamente va a crear un gran vacío.
Esto es verdad, ¡Señor! Por mucho que te busquemos a través de la Fe, de los signos de los sacramentos, de la oración...
Tú estás ausente, aparentemente.
Ayúdanos a encontrarte donde quiera que sea, en particular en "estos pobres" quienes están siempre presentes, y de los cuales decías: "lo que hacéis a éstos, me lo hacéis a mí..."
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 166 s.

domingo, abril 1

Domingo de Ramos

El papa invita a mirar de manera justa a todas las culturas y civilizaciones

El papa Benedicto XVI invitó hoy en su homilía de la misa del Domingo de Ramos celebrada en la Plaza de San Pedro "a mirar de manera justa a la humanidad entera, a cuantos conforman el mundo, a sus diversas culturas y civilizaciones".


Benedicto XVI inauguró hoy los ritos de la Semana Santa con la procesión de las Palmas, que representa para los católicos la entrada de Jesús en Jerusalén, y después ofició la misa de Ramos. Durante su homilía explicó que el Domingo de Ramos es "el gran pórtico que nos lleva a la Semana Santa, en la que el Señor Jesús se dirige hacia la culminación de su vida terrena".

Para la ceremonia se colocaron en la Plaza de San Pedro trece olivos seculares y se distribuyeron cerca 200.000 palmas entre los cerca 60.000 fieles que acudieron hoy a la ceremonia, según datos proporcionados por el Vaticano. El papa llegó al altar en un vehículo blanco descapotable y acompañado a pie por una procesión formada por cardenales, obispos y fieles que llevaban las ramas de olivo, y después comenzó la misa. Joseph Ratzinger explicó durante su homilía que el primer "gran mensaje" que surge de la festividad de hoy es "la invitación a mirar de manera justa a la humanidad entera, a cuantos conforman el mundo, a sus diversas culturas y civilizaciones".

Asimismo, agregó que "la mirada que el creyente recibe de Cristo es una mirada de bendición: una mirada sabia y amorosa, capaz de acoger la belleza del mundo y de compartir su fragilidad". El papa explicó a los cerca 60.000 fieles que hoy se dieron cita en la Plaza de San Pedro que "el núcleo de la fiesta de hoy" para los católicos es descubrir: "¿Quién es para nosotros Jesús de Nazaret? ¿Qué idea tenemos del Mesías, qué idea tenemos de Dios?".

"Esta es una cuestión crucial que no podemos eludir, sobre todo en esta semana en la que estamos llamados a seguir a nuestro Rey, que elige como trono la cruz; estamos llamados a seguir a un Mesías que no nos asegura una felicidad terrena fácil, sino la felicidad del cielo, la eterna bienaventuranza de Dios", dijo. El pontífice también recordó que hoy la Iglesia católica celebra la Jornada de la Juventud y saludó "con gran afecto" a los jóvenes y les instó a que "el Domingo de Ramos sea el día de la decisión, la decisión de acoger al Señor y de seguirlo hasta el final".

También invitó a los jóvenes católicos a "elegir a Jesús" como hizo santa Clara de Asís que, "hace ochocientos años, fascinada por el ejemplo de san Francisco y de sus primeros compañeros, dejó la casa paterna precisamente el Domingo de Ramos para consagrarse totalmente al Señor".

Al concluir su reflexión, Benedicto XVI invitó a todos los católicos a responder en esta Semana Santa "de manera adecuada, con el don de si mismos, de nuestro tiempo y con nuestra oración".

Ciudad del Vaticano (EFE)

lunes, marzo 26

La ANUNCIACION del SEÑOR

Querido Hermanos.

Hoy, nuestra Madre Iglesia nos invita a meditar la Anunciación del Señor, relato evangélico central, junto con la Visitación, de nuestra espiritualidad Mariana y Contemplativa.
Unámonos en eta Fiesta, en la oración inspirada por las palabras de nuestro querido P. Bernardo Olivera.
Que sea María, la Llena de Gracia, quien guie nuestro corazón en su Soledad y su Solidaridad. "Cara a cara con Dios hasta..." y "en Dios para con los hombres..."


Muy querido todos en Soledad Mariana:
       Hace algunas semanas que han concluido las vacaciones, ya estarán todos nuevamente en sus trabajos. Una vez más me pongo a escribirles. Le pido al Espíritu Santo que todo lo que diga y haga sea en María y como ella, a fin de que todos seamos más y más para Cristo.
       El primer ciclo de cartas que les envié estaba en la línea de la iniciación; el segundo continuaba el primero y motivaba a la perseverancia; este tercer ciclo que aquí iniciamos reclama una mayor determinación.
       Sabemos que uno de los aspectos constitutivos de la espiritualidad mariana es la presencia de María –Madre y Mediadora– como modelo perfecto de vida cristiana. Modelo que, por el mismo hecho de engendrar y mediar, invita y atrae efectivamente a la imitación.
       Sabemos también que no hay genuina devoción a María sin la imitación de las virtudes evangélicas que ella nos enseña con su ejemplo. La doctrina del magisterio, sobre este particular, no deja resquicios a la duda.
"Ni la gracia del divino Redentor, ni la intervención poderosa de su Madre y Madre espiritual de todos nosotros, ni su santidad excelsa nos podrán conducir al puerto de salvación si no correspondemos a todo esto con nuestra voluntad constante de honrar a Jesucristo y a la Virgen Madre de Dios mediante la imitación devota de las virtudes que ambos pusieron en evidencia" (Pablo VI, Signum magnum, I:1, cf. Lumen gentium, 67).
       En más de una oportunidad, durante los años precedentes, nuestra Madre se nos presentó como modelo de: oración, humildad, pobreza, compromiso, trabajo, castidad, virginidad, consagración, vida matrimonial y familiar... Y tengo por cierto que se nos volverá a presentar para mostrarnos otras virtudes y valores cristianos.
       Con anterioridad, ella misma nos había dicho: "Yo soy... modelo vivo y perfecto que invito a la fe, caridad y comunión con Dios". Y cuando yo les pregunté a ustedes: "¿de qué nos es modelo y hacia dónde nos atrae María?", recuerdo que la respuesta fue unánime y espontánea: ¡modelo de contemplación en su soledad solidaria!
       En fin, si queremos vivir como ella hemos de seguir sus pasos. No podemos llevar una vida cristiana marianizada si no vivimos como vivía y vive María. Más todavía: ¡no podríamos ni vivir una vida cristiana! ¿Por qué? Pues ella es la "primera y más perfecta discípula de Cristo", que nos precedió y precede en la peregrinación de la fe (Pablo VI, Marialis cultus, 35; cf. Lumen gentium, 58, 62-63).
(...)
El relato de la anunciación del evangelio según san Lucas (1:26-38) no pretende narrar sin más la experiencia interior de María en el momento de la encarnación. Supuesta esta experiencia, las confidencias de María al respecto, los recuerdos de la comunidad y la enseñanza apostólica, (…)
… Lucas nos comunica una doble revelación sobre la persona y misión de Jesús y de la Virgen María. Y nos cuenta, al mismo tiempo, a quién, en qué y cómo creyó María.
      
La experiencia interior de la Virgen se nos hace inteligible mediante un diálogo con el enviado de Dios (Cf. Dan. 9:20-27). Este la invita a la alegría y la saluda con un par de títulos que impactan a María y le hacen reflexionar sobre su sentido: "Se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo" (1:29-30). He aquí el saludo, los títulos y el fruto de la reflexión.
     Alégrate (en griego, jáire): saludo escatológico o propio de la plenitud y fin de los tiempos, saludo que María recibe, siendo invitada a cooperar en su realización (Cf. Sof. 3:14; Zac. 9:9; Joel. 2:21).
     Llena de gracia (kejaritoméne): nombre nuevo y acorde a una nueva realidad, cuya traducción literal sería: la que ha sido, sigue y seguirá siendo plenamente favorecida por Dios (Cf. 1:30; Ef. 1:3-6).
     El señor es contigo: y seguirá estándolo en la misión particular que le confía en favor de su pueblo (Cf. Gn. 28:15; 31:3; Ex. 3:12; Dt. 31:23; Jos. 1:9; Juec. 6:12; Is. 41:10; Jer. 1:8, 19; 15:20).
       En definitiva, Dios le está diciendo a María: alégrate, agraciadísima, ha llegado el momento de obrar; no temas, has hallado favor a mis ojos; quisiera que me ayudaras en una misión extraordinaria.
       Dios le revela a María el misterio de ella misma. La invita a autocomprenderse en relación con El de una nueva forma. La fe de María se abre a la revelación de lo que Dios ha obrado y obrará en ella y por ella.

       Ante lo que antecede no puedo dejar de preguntarme a mí mismo: ¿creo que hemos sido elegidos y agraciados en el Amado para ser hijos adoptivos del Padre y alabanza de su gloria?

       El mensajero, a continuación, tranquiliza a la Virgen: "No temas, porque has hallado gracia delante de Dios" (1:30), y le expone el sentido de su misión: "Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús" (1:31). Y este niño, llamado "Yahvéh salva", será además (1:32-33):
     Grande: en sentido absoluto, al igual que Dios (Cf. Sal. 48:2, 76:2; 86:10; 96:4; comparar con Lc. 1:15).
     Hijo del Altísimo: relacionado peculiarmente con Dios (Cf. Gn. 14:18; Dan. 4:14; Lc. 1:76; 6:35; 8:28; Hech. 7:48; 16:17).
     Rey eterno: en la línea del rey David (Cf. II Sam. 7:12-16; I Cr. 7:11-14; Is. 9:5-6).
      
       Ante esta invitación a la maternidad mesiánica, María pregunta: "¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?" (1:34). Las palabras de María parecen denotar un estado en el cual intenta permanecer; como si un abstemio dijera: no bebo. En este sentido podríamos hablar de un propósito. Pero las palabras de la Virgen no aclaran cómo llegó a esta decisión, en qué forma la explicitó, ni cómo conciliaría su virginidad con su desposorio con José.
       La pregunta demuestra, además, sensatez; la fe también pregunta y busca: un fácil y rápido asentimiento podría denotar indiscreción y que no se ha tomado la revelación en toda su hondura y seriedad.
       La respuesta del mensajero celestial explica el cómo de la concepción y las consecuencias de esto en relación con el niño que va a nacer (1:35). El Espíritu Santo, el poder del Altísimo, la potencia creadora de Dios que es origen de nueva vida (Cf. Is. 32:5; Hech. 1:8) vendrá sobre María y la cubrirá con su sombra, tal como la Nube (signo de la presencia divina) cubrió en otro tiempo la Tienda del encuentro y la Gloria de Yaveh (automanifestación irradiante de Dios) llenó la Morada (ex. 40:34-35). Por eso el niño será:
     Santo: en sentido absoluto, según el modo de Dios (Cf. Lv. 19:2; Sal. 71:22; 89:19; 99:5).
     Hijo de Dios: en sentido equivalente a la Gloria de Dios, es decir, unido a Dios desde lo más profundo de su ser (Cf. Lc. 3:22; 9:34-35; 22:69-70).
      
       La misión de María toca íntimamente a su persona, pues pasa por su maternidad; pero engendrará virginalmente; y su hijo será trascendente, afín a la divinidad. Ningún encuentro con Dios ha sido tan inmediato y directo como el de María creyente. Engendró a Dios por la fe.
       Dios corre un velo sobre el misterio de la encarnación ante los ojos fieles y enamorados de la Virgen Madre. Ese día María entendió mucho, pero no todo: lo necesario para comprometerse a sabiendas y queriendo. Conoció en la fe, lo cual implica obscuridad y necesidad de progreso. Conoció también con ese conocimiento intuitivo con que conoce toda madre en gestación: el hijo, ya desde el seno, le enseña vitalmente a su madre quién es ella y quién es él...
       Dios reveló su mensaje con categorías comprensibles para María: el lenguaje de la tradición bíblica de su pueblo. O de otra manera, María interpretó el sentido de su experiencia gracias a su conocimiento de las tradiciones religiosas de Israel.
       Sea como sea, el día de la anunciación María fue introducida en la "radical novedad de la auto-revelación de Dios y ha tomado conciencia del misterio", tal como esos pequeños a quienes el Padre no les oculta el misterio de su Hijo (Redemptoris mater, 7).

       Un par de preguntas se me imponen: ¿soy pequeño?, ¿creo en el Hijo de Dios hecho hombre en el seno de María virgen, por obra y gracia del Espíritu Santo?

       La experiencia espiritual de María, elaborada por Lucas en fidelidad a sus fuentes, concluye con estas palabras de respuesta: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (1:38). María da así su consentimiento personal a la maternidad trascendente propuesta. Este consentimiento es un acto de fe incomparable (Cf. 1:45). Ninguna historia de vocación precedente concluyó con una afirmación tan rotunda y absoluta.
       Habiendo recibido de Dios un nombre nuevo, Llena de gracia, María se confiesa ahora: Esclava del Señor. Se reconoce servidora y, en condición de tal, está dispuesta a colaborar con el Señor en la gesta salvadora. Se alinea así, coronándola, en la larga serie de siervos con quienes el Espíritu potenció hacia adelante la historia de la salvación (Cf. Ex. 14:31; Sal. 18:1; 89:4,21; 105:42; Is. 42:1).
       La autodenominación de esclava puede también hacer referencia a la esclava-esposa; es decir, situaría la respuesta de María en un ámbito matrimonial (Cf. Rut. 3:9; I Sam. 25:41). María acepta ser madre del hijo que nacerá por obra y gracia esponsal del Espíritu. Además, si tenemos en cuenta que el desposorio o contrato matrimonial entre los hebreos constituía ya al novio en Señor de su prometida (Cf. I Ped. 3:6), podemos también decir que el consentimiento de María implicaba una confianza total en José: éste comprendería y aceptaría lo sucedido. Su maternidad no contradirá su virginidad, ni la separará de su prometido, pues "nada es imposible para Dios" (1:37), y todo es posible para el que cree (Mc. 9:23).
       El enviado de Dios había invitado a nuestra Virgen a alegrarse. La respuesta de María manifiesta un gozo profundo y desbordante: ¡hágase! En efecto, el modo verbal utilizado por Lucas, optativo desiderativo, al referirse a un deseo posible, su cumplimiento es causa de gozo (Cf. 20:16). Por consiguiente, el "hágase" de la Virgen podría traducirse así: ¡Oh, sí, qué gran alegría! ¡Que se haga en mí lo que has dicho! La invitación del mensajero encontró pronto eco en la Llena de gracia: la fe es fuente de alegría y gozo.
       En este "hágase", fiel y gozoso, encuentra también su plenitud la respuesta de fe del pueblo elegido a la alianza pactada con Dios: "¡Haremos todo cuanto Yahvéh nos ha dicho!" (Ex. 19:8; 24:3, 7; cf. Jos. 24:24; Esd. 10:12; Neh. 5:12; I Mac. 13:9).
       María, mediante su fe, dio el salto más prodigioso que se haya dado jamás: pasó de la antigua a la nueva alianza entre Dios y los hombres. Gracias a esta fe, Dios obró y mostró su Gloria en la encarnación de su Hijo (Cf. Jn. 2:5, 11).
       A continuación, Lucas nos cuenta que María partió con presteza hacia una ciudad de Judea para visitar y ayudar a su pariente Isabel, que estaba en su sexto mes de embarazo (1:36,39-40). La fe no sólo conoce, sino que también obra por el amor.
       Isabel, llena de gozo y del Espíritu, la bendijo, se maravilló de la visita de la madre del Señor, y gritó: "¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!" (1:42-45).
       Las palabras de Isabel confirman a María en su fe. María es bendita, es decir: está en particular comunión con Dios y participa de su plan de salvación. La bendición proferida por Isabel está inspirada en la conocida bendición de la heroína Judit (13:18-19). Pero hay un cambio significativo: el Señor Dios de la bendición de Judit queda substituido por Jesús en la bendición de María. El mensaje es claro: Jesús, fruto del seno de María, es el Señor Dios. María es la madre del Señor.
      
       (Texto extraído de la Ejercitación XXV "María Modelo" – Siguiendo a Jesus en María)

domingo, marzo 25

Benedicto XVI, en nuestra querida tierra

Queridos Hermanos:
                                      para los que no saben, pueden hacer conexión directa con la visita del Papa Benedicto a través de celulares. Y también, entrando en esta dirección de internet,  www.VisitaPapal.com  se puede ver y escuchar constantemente cada momento del viaje que está realizando en estos días por México y Cuba...
¡Que bueno es acompañarlo además de con nuestras oraciones, también a través de estos medios que nos ofrecen los avances tecnológicos! Es lindísimo escuchar sus palabras para todos los países de América Latina...
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martes, marzo 13

Comunidad orante (R.Salta)


Queridos Todos,

Desde Salta les pedimos oraciones para una gran amiga y miembro del Grupo José de Santa María que esta muy enferma. Se llama Marta Orozco de Priou y está luchando con una enfermedad terminal con mucha fe y valentía.

Les agradecemos todas las oraciones que puedan elevar al cielo para que su Pascua sea en paz y de la mano de María.

Muchas gracias, unidos en Nuestra Madre María de Guadalupe,

Eileen Diez

Movimiento Soledad Mariana

"Soledad Mariana" es un Movimiento de espiritualidad mariana y contemplativa, fundado en la Argentina en 1973, por el monje trapense Bernardo Olivera, actual Abad del Monasterio Nuestra Señora de los Ángeles de Azul, provincia de Buenos Aires.