México, 11 de mayo de
2019.-
Les prometí enviarles noticias de
lo que vivimos en la Ciudad de México una vez que terminó el Encuentro en el
Monasterio. Pues aquí va.
Llegamos en bus y la verdad que
el contraste hubiera resultado difícil de absorber si no fuera que estaban los
amorosos de Guille y Rodolfo esperándonos para salir a comer. Hacía tan solo
una semana que no nos veíamos pero parecía una “eternidad”… Dejamos las valijas
en la casa donde nos hospedamos y salimos a comer y a compartir la experiencia
del fin de semana anterior. ¡Una maravilla! Las fronteras de nuestras
nacionalidades y las distancias que no existen. Perú, México y Argentina
unificados por un mismo idioma: la espiritualidad común.
Al día siguiente lo primero que
hicimos fue ir a la Basílica donde nos esperaba Ella, la Guadalupana, siempre
atenta nos regaló un rato largo frente a ella. Entramos con una peregrinación y
al terminar la misa nadie nos indicó que saliéramos como hacen siempre, asique
pudimos mantener un diálogo largo con Ella. Después también fuimos al “corredor”
y allí rezamos todos por nuestro Movimiento, por Bernardo, por Killy y por cada
uno. Había mucha gente pero nadie parecía estar mientras mirábamos hacia arriba
buscando su mirada amorosa. La oración de la Guadalupana fue nuestro cierre.
Más tarde fuimos a la tumba de
Conchita Cabrera de Armida. Ahí se sumó Adaluz, la hermana de la Hna. Aydée del
monasterio. Una capilla chiquita y a oscuras donde nos prendieron las luces de
su féretro para que estuviéramos más cómodos, aunque luego había una dinámica con
niños de catequesis en el que prendían el Cirio Pascual por lo que volvimos a
la oscuridad. Un rato de intimidad que fue único. La recién Beata Conchita en
medio del silencio se nos hizo más amiga.
Otro lado que también pudimos ir
fue a la Iglesia del centro de San Francisco, donde nos encontramos con la
tumba de Felix Rougier… otro amigo fiel que nos presentó Bernardo y que algunos
sentimos cercano también. Y allí estaba Jesucristo, expuesto en el altar
central para recibirnos. Fue un momento no solo de paz absoluta, sino que
salimos con las fuerzas renovadas. Todo siguió siendo regalo… regalo y más
regalo.
También fuimos a la Torre
Latinoamericana, donde desde el piso 40 se puede ver todo México. Los edificios
con su color rojizo… las calles… los autos… los taxis que parecían de juguete y
a lo lejos pudimos encontrar la Villa, la Basílica con su forma triangular y
verde y luego una señorita nos llevó a ver del otro lado, las montañas y el volcán.
Mucho no se veía debido a la polución pero pudimos divisar algo.
Ayer se fueron Tena y María.
Rumbo a su misión peruana. Obvio que las extraño pero ¿no es acaso más muestra
de lo unidos que estamos aún con tanta distancia? Ahora a rezar todos por Perú.
Necesitan nuestra oración para que el Espíritu se haga presente. La semana pasada
pusimos el acento en México, pues esta semana nos toca Perú y así cada región
con su tarea evangelizadora. Lo que sí es cierto: el encuentro con el Otro nos
llena de su Amor pero el encuentro con el otro nos evangeliza, nos multiplica y
nos hace más comunidad.
Ahora sí me despido deseando
poder enviarles todo el material del encuentro de México en cuanto lo tenga
editado.
Gracias a los que llegaron hasta
acá. Y a los que no llegaron los comprendo. ¡es muy largo! Perdón, así me salió.
En ella, cantando las maravillas
del Señor.
malena
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