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domingo, septiembre 18

NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES (3)

NOVENA (Dia 3)

ORACIÓN INICIAL

            Santísima Virgen de la Merced, Madre nuestra y modelo de los que sufren  persecución o dolor por amor y fidelidad a la Iglesia, escucha nuestros humildes ruegos. Te pedimos por la Santa Iglesia, por el Papa Francisco, por nuestros hermanos necesitados de ayuda y consuelo. Sobre todo por aquellos que sufren enfermedad y persecución, que experimenten el consuelo que reservas a quienes perseveran fieles a las enseñanzas de tu hijo Jesucristo.
En este Año de la Misericordia, danos María, ganar un corazón amoroso y generoso para saber perdonar y para trabajar con firmeza y constancia en la construcción de una comunidad renovada en la que vivamos con alegría el servicio mutuo aprendiendo cada día más a amar como Jesús nos amó.
Modelo nuestro, queremos amar a Jesús como vos lo amas.



MARÍA, MAESTRA EN LA FE


       Ya les dije que la primera comunidad cristiana al acoger a María en su seno encontró en ella la más pura transparencia del evangelio. Más concretamente, la contempló como la más perfecta discípula y, por lo mismo, como la más acabada de las creyentes. (B. Olivera. En Siguiendo a Jesús en Maria...)

         Uno de los mayores problemas del cristiano de hoy es la separación que hace entre fe y vida. De allí resulta la falta de testimonio y compromiso que tanto nos reprochan los hombres de nuestro tiempo.
       En María, estos dos puntos se tocan. Ella es capaz de integrar la fe con la vida, por eso es reconocida en la Iglesia como modelo extraordinario en la fe.
         Por la fe, María abre su interior a la Palabra de Dios, la acoge y deja que la fuerza dinamizadora de esta palabra obre en ella. María confía fuertemente en Dios que le habla; y porque confía es capaz de responder afirmativamente en la Anunciación, engendrando así por su fe y obediencia al mismo Hijo del Padre. “Lo atado por Eva con su incredulidad, fue desatado por maría mediante la fe”.
        La fe de maría es fe probada en la persecución, la huída y el exilio. Es fe grande, es fe fuerte. Es fe que la impulsa a subir al calvario donde la obra de la redención alcanza su culminación; donde Cristo se ofrece a Dios para la salvación de todos; y donde maría, sufriendo profundamente con su Hijo, se asocia al sacrificio de la cruz.
       Por su fe, María es la virgen fiel en quien se cumple la bienaventuranza mayor; “feliz tú que has creído”.
        La fe de María es fe decidida. Es fe que pone a los hombres al servicio de Jesús, diciéndoles: “Haced lo que Él os diga”. Es fe que suscita la fe en los demás, como en Caná donde los apóstoles “creyeron en Él” a través del milagro propiciado por María.
       María es y será nuestro modelo en la fe; nuestra maestra en la fe, porque ella escuchó la palabra de Dios, creyó en ella y la puso en práctica. Ella nos enseña cómo vivir la fe, cómo hacer de la fe vida. Ella nos enseña a confiar más allá de toda duda, de todo dolor, en el amor misericordioso de Dios. Ella conoce el profundo valor de la fe; la riqueza que es ésta para el hombre; por eso la defiende y la protege en el que está a punto de perderla, y nos enseña a nosotros a hacer lo mismo.

PAUTAS PARA LA REFLEXIÓN

      ¿Por qué decimos que María es nuestro modelo en la fe? ¿Qué es lo que más te llama la atención de la fe de María? ¿Integras fe y vida o las separas como si fueran dos realidades incompatibles?

Presentamos nuestra petición personal y rezamos tres avemarías

ORACIÓN FINAL

"Acuérdate, piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir, que ninguno de los que han acudido a tu presencia, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, ha sido abandonado de vos.
Animados por esta confianza, a vos también acudimos Oh ¡Virgen, Madre de las vírgenes! y aún gimiendo por el peso de nuestros pecados, nos animamos a comparecer ante tu presencia soberana. Oh. Madre de Dios, no deseches nuestras súplicas sino más bien escúchalas y acógelas favorablemente, por Jesucristo Nuestro Señor. Amen." 






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Movimiento Soledad Mariana

"Soledad Mariana" es un Movimiento de espiritualidad mariana y contemplativa, fundado en la Argentina en 1973, por el monje trapense Bernardo Olivera, actual Abad del Monasterio Nuestra Señora de los Ángeles de Azul, provincia de Buenos Aires.