De Rosa Goñi del Movimiento Puente
Queridos amigos
Quería compartir esta reflexión que nos envía de Republica Dominicana Carlos Burgo autoridad del Movimiento Puente y que está misionando en Dominicana.
Espero y deseo de todo corazón que nos podamos unir en oración no solamente por Haití sino por todos las personas que sufren y especialmente por la conversión del mundo y la nuestra.
Que el Señor los colme de bendiciones tanto a ustedes como a toda su familia
Rosa Molina de Goñi
Movimiento Puente
Quería compartir esta reflexión que nos envía de Republica Dominicana Carlos Burgo autoridad del Movimiento Puente y que está misionando en Dominicana.
Espero y deseo de todo corazón que nos podamos unir en oración no solamente por Haití sino por todos las personas que sufren y especialmente por la conversión del mundo y la nuestra.
Que el Señor los colme de bendiciones tanto a ustedes como a toda su familia
Rosa Molina de Goñi
Movimiento Puente
Nos dice Carlos...Un abrazo a todos.
Carlos Burgo- República Dominicana.
Carlos Burgo- República Dominicana.
Querida familia, ya estuve en Haití en dos ocasiones, en nuestro caso recuperando el sistema eléctrico del país. Esto me ha llevado a meterme en la vida de ellos, conversando con diferentes personas y técnicos.El sufrimiento de este pueblo es muy grande, todos han perdido a algún familiar, y sobre todo porque no se vislumbran perspectivas claras para la reconstrucción.
Todos sus sistemas sociales han colapsado, no hay documentos pues se han perdido o se han quemado, el gobierno no tiene iniciativas, y sobre todo la enorme cantidad de damnificados (se calculan 2 millones de personas) que han quedado sin casa, sin familia, sin trabajos, etc.
Por donde uno circule se ven carpas construidas con lo que encontraron a mano, en donde viven muchísimas personas en condiciones absolutamente precarias de salud e higiene, y que dependen de que alguien le lleve el agua y la comida.
Creo que esto es lo que sobrecoge el corazón, pues cuando un pueblo no ve la luz en el futuro se pierde la esperanza, y viene la desesperación.
Gracias a Dios desde el terremoto hasta hoy no ha llovido, pero las carpitas armadas con plásticos y cartones no soportan ninguna lluvia.
Dentro de poco comienza la temporada ciclónica (época de huracanes) y eso incrementará el problema.
Si uno circula por el centro parece zona de guerra, con las casas destruidas, o en pié pero inútiles.
Ahora es prioritario atender la salud y el sufrimiento físico, pero no veo que se esté atendiendo la esperanza a futuro de este pueblo.
Nuestro trabajo es reponer el sistema eléctrico, sin el cual no hay atención adecuada de la salud, no hay vida económica, no hay higiene (casi toda el agua potable se extrae con bombas de pozos). No se imaginan la alegría de la gente cuando le llega la electricidad.
No obstante, gracias a la maravillosa capacidad humana para vencer las adversidades, ya algunas cosas comienzan a funcionar, aunque sea precariamente. Hay vendedores ambulantes, algunos comercios abrieron (con las casas agrietadas por supuesto) y hasta hemos podido comer en
un sitio donde los dueños se preocupaban por la limpieza. No dejemos de orar por esta gente, para que se alivie su sufrimiento físico inmediato, y también para que Dios ilumine los corazones de
quienes tienen la grave responsabilidad de aportar soluciones a la reconstrucción del país.
Todos sus sistemas sociales han colapsado, no hay documentos pues se han perdido o se han quemado, el gobierno no tiene iniciativas, y sobre todo la enorme cantidad de damnificados (se calculan 2 millones de personas) que han quedado sin casa, sin familia, sin trabajos, etc.
Por donde uno circule se ven carpas construidas con lo que encontraron a mano, en donde viven muchísimas personas en condiciones absolutamente precarias de salud e higiene, y que dependen de que alguien le lleve el agua y la comida.
Creo que esto es lo que sobrecoge el corazón, pues cuando un pueblo no ve la luz en el futuro se pierde la esperanza, y viene la desesperación.
Gracias a Dios desde el terremoto hasta hoy no ha llovido, pero las carpitas armadas con plásticos y cartones no soportan ninguna lluvia.
Dentro de poco comienza la temporada ciclónica (época de huracanes) y eso incrementará el problema.
Si uno circula por el centro parece zona de guerra, con las casas destruidas, o en pié pero inútiles.
Ahora es prioritario atender la salud y el sufrimiento físico, pero no veo que se esté atendiendo la esperanza a futuro de este pueblo.
Nuestro trabajo es reponer el sistema eléctrico, sin el cual no hay atención adecuada de la salud, no hay vida económica, no hay higiene (casi toda el agua potable se extrae con bombas de pozos). No se imaginan la alegría de la gente cuando le llega la electricidad.
No obstante, gracias a la maravillosa capacidad humana para vencer las adversidades, ya algunas cosas comienzan a funcionar, aunque sea precariamente. Hay vendedores ambulantes, algunos comercios abrieron (con las casas agrietadas por supuesto) y hasta hemos podido comer en
un sitio donde los dueños se preocupaban por la limpieza. No dejemos de orar por esta gente, para que se alivie su sufrimiento físico inmediato, y también para que Dios ilumine los corazones de
quienes tienen la grave responsabilidad de aportar soluciones a la reconstrucció
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