De María Nougués, SM Bs. As. Centro
“Permanecemos
en Jesús Vertiente de Vida” nuestro lema en esta
misión enero 2020
Los tres pilares de nuestra misión para mí
son
● La Comunidad, que es Jesús y María de San José
en medio, es en cada encuentro-reencuentro un remanso y envío.
● La Oración, laudes y lectio de la mañana,
adoración Eucarística, oración personal y comunitaria.
● La Salida, visita-encuentro, casi sacramental
con los hermanos del lugar.
Atravesando estos pilares fluye la vida de
unos con otros, visitantes y visitados. Entrelazándonos en las conversaciones,
afirmándonos en la relación amistad-fraternidad, dejando el signo en cada
visita y que este año fue el gesto de la semilla para cuidarla y ayudarla a
crecer, así como el amor de Dios, que está latiendo en cada uno para crecer y
hacerlo vida creciente entre todos.
Cada día de la misión tiene su propio
desafío, lo trabajado durante el año en las reuniones no fue en vano, estando
en el lugar, están nuestras manos y el corazón con todo lo deseado y
proyectado, son nuestro barro amasado para ofrecer.
Doy gracias a Dios por todo lo que pudimos
ofrecer, estar y también recibir. Pensaba en elegir algún momento en particular
para compartirles, y no puedo elegir ninguno, todos son particulares, ¡todos
son delicadísimos regalos para el corazón!
Esta vez, fuimos una comunidad misionera
pequeña, igualmente, sabiéndonos acompañados por la oración de todos, pudimos
responder paso a paso, a las exigencias que se nos venían, más todas las
sorpresas que siempre se presentan.
Me nace esta vez agradecer de todo corazón
a la comunidad que me es la “fuente-fuego” de este envío misionero. Agradezco
mucho al Mono su entrega decidida, paciente y humilde para todos los momentos,
a Pancha su incondicional servicio e incansable para todos los menesteres
comunitarios, a Adrián su presencia, cariñosa, atenta y toda disponible
siempre, a Alejandro su apertura y generosa docilidad a la novedad misionera
(siendo que esta fue su primera estadía misionera), a Tere nuestra buenísima
coordinadora, que fue guiando los pasos de cada día con alegría y confiada
simplicidad, logrando así que pudiéramos cumplir y llegar hasta hacer visitas
que no habíamos alcanzado todavía. Y sé
que me quedo corta en todo lo que digo, fuimos comunidad misionera de corazón,
¡muchas gracias hermanos misioneros!
Y sobre esta misión enero 2020 en
particular podría decir muchísimo, pero por no ser larguera y confiando que se
enterarán por las otras compartidas.
Deseo centrarme solamente en lo que fue pasando por mi corazón en esos
días.
Todos los misioneros nos entregamos
libremente de corazón a poner de cada uno lo mejor a cada día teniendo, a la
vez, muy presente y vivo en nuestro interior, el proceso de la enfermedad de
nuestro queridísimo hermano, sacerdote y también misionero, Fernando Gil. Lo
nombramos todos los días en nuestra oración, y lo fuimos llevando en el corazón
en todos los diferentes momentos.
Ese viernes, encontrados con trabajo de
tijera y cartulina en las manos, a las cinco de la tarde, vimos el mensaje en
el celular de la noticia de la pascua de Fernando. Al recibirla, se hizo un
elocuente y profundo silencio entre nosotros, nuestro querido Fernando, que tantas
veces había estado presente en esa mesa donde estábamos encontrados, ya había
llegado a la meta del Cielo. Significativamente apareció Gladys, una señora con
quien hemos compartido mucho, al enterarse, nos saludó uno por uno y luego como
una más de la comunidad, “se quedó entre nosotros” alrededor de la mesa. Al
rato, continuamos en las tareas que andábamos preparando. Gladys, cariñosamente
estuvo acompañando nuestro sentir, así, estando y hasta el final del día
sumándose a las actividades en capilla etc. ¡Fue un gesto delicadísimo de ella
e invalorable!
El clima de la preparación de cosas en que
estábamos era para la boda que se haría al día siguiente. Significativo,
nuestro hermano mayor Fernando entró a la felicidad de sus bodas eternas con
Dios Padre, y desde allí, nos acompañó en este casamiento de Vero y Cristian.
La celebración fue presidida por el padre obispo Chaparro, quien con profundo
afecto lo nombró a Fernando en la misa de esponsales celebrada, en entrañable
comunión con el gozo nupcial de Fernando y la alegría de los novios de Río
Villegas, pusimos todo de nuestra parte para aportarle el salero musical con
energía y entusiasmo.
La misión esta vez fue especialmente una
Boda. El paraje estuvo de fiesta con este lindísimo casamiento preparado con
profundísimo deseo departe de los novios, participamos, colaboramos y
compartimos la inmensa alegría de esta familia, que decidió llenarse de la
gracia sacramental del matrimonio junto a la presencia de sus tres hijas y
familiares todos. Fue un gran signo este casamiento para el lugar, los frutos
sabemos que vendrán.
Termino con el corazón muy agradecido a
Dios por esta misión y todo lo vivido en ella que han sido muchas cosas de
aprendizaje y más conversión, todas lindísimas, pero esta vez por encima de
todo le Agradezco a Dios la Comunidad Misionera que es el “fuego-fuente” de
este envío a Río Villegas y que desea “Permanecer en Jesús Vertiente de Vida”
María
Nougués