Queridos hermanos.
Dejo esto que escribí antes de que Marcos me mandara su testimonio. Quizás hable de lo mismo, pero es otro testimonio...
Aca va:
¡No puedo dejar pasar las horas sin compartirles la fiesta que nos tocó vivir ayer en la Iglesia de Buenos Aires!
Alegría, oración, comunión…
La Arquidiócesis de Buenos Aires nos convocó a vivir un Encuentro Sinodal al que estábamos todos invitados… ¡TODOS! para festejar el cierre de la segunda etapa del Sínodo que empezó en Pentecostés del 2017. Etapa de "ESCUCHA", después del "ANUNCIO" y previa al "DISCERNIMIENTO".
¡Qué fiesta! ¡Qué presente estuvo el Espíritu Santo! Un Encuentro que mostró cómo vamos avanzando en este "caminar juntos". Juntos y mezclados compartiendo desde nuestras diferentes vocaciones, el mismo camino.
Como gracia especial, pudimos disfrutar del testimonio de María que con su alegría de siempre nos ayudó a comprender un poquito más de qué se trata el Sínodo convocado por el Cardenal Poli y también mostró la diversidad de ovejas que forman el rebaño.
Testimonios, música, teatro y una oración fuertísima y común que movió nuestros corazones de forma inusitada. El Espíritu Santo pareció haberse posado sobre nuestras cabezas, como en aquel primer Pentecostés de los Apóstoles, para impulsar una procesión con la Virgen de Luján hacia la Catedral, nuestra Iglesia Primada, y terminar allí con el envío del Cardenal a misionar entre nuestros hermanos de la Ciudad de Buenos Aires.
Somos la Iglesia de Buenos Aires. Jesucristo renueva su llamada a seguirlo y ayudarlo a evangelizar, a llevar la Buena Nueva a todo aquel que transite nuestras calles.
Y ¡qué sorpresa! Francisco se hizo presente… Emocionante escuchar a nuestro Papa Porteño que desde el lugar que el Señor le pidió que ocupara, parecía sentirse en casa, con sus vecinos... (estoy segura de que con remembranzas), y nos habló del sínodo y de lo que viene de ahora en más… Nos dijo:
Caminen… Caminen para encontrarse, para escucharse y para reflexionar juntos. Defiéndanse del clericalismo, de la mundanidad y del chismorreo. Y fortalézcanse con las Bienaventuranzas y con Mt. 25.
Y todo esto con la oración que es lo más importante de todo: orar… Orar como Jesús nos enseñó. Orar los unos por los otros: por los que están en camino, por los que no quieren caminar, por los que caminan mal, por los que están lejos, por la Iglesia arquidiocesana, por el Arzobispo. Orar… y en ese espíritu de Oración ciertamente que el Sinodo no va a fracasar.
Que Dios los bendiga. Y ya que reza, recen también por mí.
Francisco, 27-10-18
¿Qué más puedo decir?
Gracias a los que se tomaron tiempo para responder a la propuesta y fueron hasta el Luna Park y a los que desde donde estaban se unieron con sus oraciones. Qué bueno que desde allí podíamos compartirles y sentir que estábamos ahí toda la región orante y apoyando lo que iba sucediendo. Como dijo Mechita: ¡Hay equipo! Aunque prefiero decir: ¡Hay Soledad Mariana!
Con un abrazo y poniendo el sínodo una vez más en las manos de María. Me queda insistir con algo: ¡GRACIAS! y ¡SIGAMOS CAMINANDO! esto recién empieza.