Este domingo pasado partió hacia Dios Cacho De Marini.
Como contaban sus hijos, se fue con mucha paz.
Lo despedimos e hicimos una oración por él, junto a muchos familiares y amigos, ese mismo domingo a la noche.
El Evangelio del día era Mateo 11, 25-30 y decía "¡Te alabo, Padre, Señor de cielo y tierra, porque, ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se las diste a conocer a los pequeños!".
Y pienso que eso era Cacho: un pequeño. Era muchas veces como un niño: cuando amaba, cuando se reía, cuando se enojaba ......
Por eso la despedida a Cacho fue llena de cariño y agradecimiento al Señor por su vida. Y era imposible no pensar en Lili en ese momento. El agradecimiento fue por este matrimonio que Dios nos regaló vivir y compartir tantos años en Soledad Mariana. Y seguiremos compartiendo, ahora ellos en el Señor de la Gloria intercediendo por nosostros, y con esa comunión que no tiene ni tiempo ni fronteras.
Un abrazo grande, Martín.