Esta advocación mariana se originó en una tradición del siglo XIII, que nos cuenta que la Santa Casa donde nació la Virgen María, en donde recibió el Anuncio de la Encarnación del Hijo de Dios y en donde vivió con Jesús y San José, fue trasladada en el año 1291 desde Nazaret a Dalmacia, para ser protegida y resguardada de todo peligro. Posteriormente, en su traslado a Italia, entre un bosque de laureles, adquiere el nombre de Loreto (del latín lauretum: lugar poblado de laureles).
Este santuario en Europa fue visitado por muchos santos. Uno de los más conocidos fue San Ignacio de Loyola. Por eso los jesuitas propagaron su devoción en toda Hispanoamérica.
Lectura: Lc 2, 51-52
"Bajó con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndolos. Su madre conservaba cuidadosamente todos estos recuerdos en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en aprecio ante Dios y ante los hombres."
Reflexión:
La "Santa Casa de Loreto" nos hace presente el hogar de Nazareth, donde creció la Sagrada Familia.
Esa fue la escuela donde se comienza a entender la vida de Jesús y se inicia el conocimiento del Evangelio. Allí valoramos muchas experiencias de Jesús que nos ilumina en nuestras vidas. Nazareth es una escuela de silencio que permite abrirse a la interioridad, al encuentro con la Palabra de Dios y el tiempo que ella necesita para madurar en cada uno de nosotros.
Nazareth nos abre a la comunión familiar, a saber escuchar y regalar sin esperar recompensas. Nazareth nos muestra el valor de trabajo, que nos ayuda a desplegar todos nuestros dones y capacidades. Por eso, Nazareth es escuela de vida, de hogar y de trabajo.
Oración
Señora del silencio aumenta en mí el amor al silencio,
enséñame a hacer de mi trabajo y de mi movimiento
una comunión sincera con la voluntad del Señor
en el humilde servicio de Jesús a todos los hombres.
Amén. (P. Miguel Ortega)