“Fijos los ojos en Jesús, para hacer Señor tu voluntad”
(Hebreos 12,2;
10,7).
Este fue el lema sacerdotal de Fernando que lo iba a llevar a aquel otro
de su ser Obispo que decía “Cristo es nuestra paz” (Efesios 2,14).
Aquí podemos ver entonces como un camino espiritual recorrido por él.
El hacer día a día la Voluntad de Dios lo llevó a la plenitud del Orden
Sagrado que es el servicio episcopal.
Les decía en unas líneas que les compartí antes, que me es muy difícil
escribir sobre Fernando, porque son tantas las cosas, que se me agolpan todas
juntas. Entonces pensé en escribir esta vez en lo más importante, en el secreto
de su fuerza.
Creo que ese secreto fue su amor al Señor Jesús. Este era un amor
íntimo, muy personal.
Alguna vez me contó de una experiencia espiritual que lo marcó para toda
su vida. Esta experiencia fue en el año 1975. Al año siguiente iba a comenzar
el camino de su vocación.
Como bien sabemos, Fernando era muy reservado con sus cosas, asique le
pido permiso para hablar de estas cosas ahora que él está plenamente con el
Señor.
Esa experiencia espiritual que tuvo, creo que fue con el Señor Jesús. Lo
que sí sé con seguridad, es que fue una experiencia de mucha luz.
Esta relación íntima con Jesús fue su secreto, según mi punto de vista.
Siempre tenía sus encuentros con Jesús. Cada mañana los tenía. Lo
recuerdo en su cuarto, en su escritorio, con una pequeña vela y enfrente alguna
imagen muy linda del Señor.
Así lo recuerdo, también con la Biblia abierta.
Otra imagen que me viene ahora, fue en sus últimos meses de vida, cuando
estaba enfermo. Un día entré a su escritorio sin avisar, y lo encontré frente a
su mesa de trabajo, con una cruz enfrente de él sobre la mesa, y él la miraba como
quien está leyendo un libro, ¡estaba leyendo en el libro de la Vida!
Quería decir esto, este secreto de la vida de Fernando.
Todo lo que vimos de fecundidad en su vida, todo lo que él dio en su
entrega por la evangelización, nacía de aquí, de esta intimidad.
Creo que este fue el secreto que lo acompañó hasta configurarse plenamente
con Jesús, el Resucitado.
Otro abrazo,
Martín.
1-4-2020