Como dice monseñor Zaspe, la cruz es un hecho. Todos tenemos nuestra cruz de mayor o menor longitud y peso pero todos, sin excepción, deben cargar con la suya. Es un obstáculo que no podemos esquivar y hay que enfrentarlo con resignación, coraje, valentía y tenacidad y mismo con alegría porque sabemos que tras ella viene la resurrección y no debemos pensar en la muerte sino siempre apostar a la vida y la resurrección es vida.
Yo tuve un principio de una enfermedad que me hizo pensar en un final próximo pero la pude enfrentar con todas mis fuerzas y así lograr frenarla y seguir adelante y no dejar que ella me frene a mi. Tuve también lo peor que se puede tener en la vida para una madre que es la muerte de una hija. ¡Qué desesperación! Pero ella no está muerta y no lo estará nunca para mí. La encuentro en la Eucaristía, ella me escucha y yo le pido cosas que se van cumpliendo porque ella está al lado de Jesús y nos encontraremos allí junto a El después de mi pascua y resurrección el día que Dios lo quiera.
He dejado de quejarme por mi cruz porque hay tanto que agradecer; por mis ojos que ven, cuando otros están en la oscuridad; por mis oídos que escuchan y aprecian los sonidos de la naturaleza, cuando otros viven en silencio, por mi voz que canta cuando hay tantas enmudecidas; por mis manos que trabajan y hasta pueden interpretar obras de arte musicales, cuando hay tantas que no hacen nada y hasta mendigan!
Porque tengo un hogar donde me cobijo y donde puedo reunir a mis hijos cuando hay tantos que duermen en la calle.
Por eso es que sonrío, amo y sueño y finalmente tengo poco para pedir a Dios y tanto para agradecer ¡!
Janina Caminos
(Región Centro)
Janina