En un Domingo de Ramos, en 1983, celebrábamos con Fernando nuestra
primera Misa.
Fue hace 37 años, en la capilla de Luján, en Moreno.
Recuerdo que nuestros lemas sacerdotales estaban escritos en unas
cartulinas muy lindas en la capilla. El de Fernando “Fijos los ojos en Jesús,
para hacer Señor tu voluntad” estaba sobre el Sagrario. Y el mío “Todo tuyo”
sobre la Virgen de Luján.
¡Fueron momentos inolvidables!
Junto a Jesús que entraba humilde y pacífico a Jerusalén, comenzaba nuestro
sacerdocio en este querido barrio de Moreno.
La Misa la presidió Monseñor Galán, Obispo auxiliar de Morón. En ese
entonces la Diócesis era una: los partidos de Morón, Merlo y Moreno.
Estaban presentes nuestras familias y amigos. Y los feligreses de los
barrios de Moreno, nuestros nuevos amigos.
Fue una fiesta. Recuerdo que había un cartel grande arriba del altar. El
altar estaba afuera y la Misa era a campo abierto. El cartel decía “Vengan a Mí
los que tengan hambre…”. Resulta que cerca había una parrilla donde estaban
haciendo el asado para todos. Y algunos me comentaban después, que el olor al rico
asado les hacía pensar que se acabe pronto la Misa, ¡tenían hambre!
Monseñor Galán habló de nuestros lemas sacerdotales, estuvo muy lindo
todo lo que dijo y su humilde presencia.
Después hablamos Fernando y yo dando gracias por el sacerdocio.
Hoy recuerdo y celebro esta fiesta.
Esto es fuerza para este tiempo de prueba que estamos viviendo como
humanidad.
Dice el libro de Nehemías que la alegría de Dios es nuestra fortaleza.
Vivamos la alegría de la oración y de la solidaridad.
Como hemos aprendido, todo terminará bien.
Y como nos dio testimonio Fernando viviendo su lema sacerdotal, todo terminó
bien en su vida, hasta el abrazo final con Jesús Resucitado.
Con estos sentimientos, le deseo a toda Soledad Mariana anticipadamente,
una feliz Pascua de Resurrección.
Martín
5-4-2020