Misión de SM en Río Villegas – Diócesis de Bariloche.
Queridos todos en SM:
Hace un tiempo que deseaba escribir y no me hacía el tiempo o no encontraba las palabras para compartir. Gracias a todos los que siempre nos motivan a compartir aquí o en otros ámbitos lo vivido. Sucede que a veces lo vivido es tan intenso o tan lleno de Dios y su misterio, que cuesta encontrar palabras que nos expresen. Al volver de la misión tuve la gracia de hacer mi retiro personal anual en la Trapa. Allí seguí esto que Bernardo nos compartía sobre las "consideraciones" de San Bernardo: este mirar nuestra historia con los ojos de Dios y contemplando su presencia y obrar en "toda" nuestra vida. Algo así hice con nuestra misión. Al llegar al monasterio me encuentro rezando "Nona" (oración de la Liturgia de las horas) y escucho un texto de la primera carta de Juan en boca de Padre Eduardo: "Dios nos ha demostrado el Amor que nos tiene…" (1 Jn 4, 9). Y así toda esa tarde fui mirando cómo Dios nos demostró, nos manifestó su amor en la misión. En otro momento les contaré más sobre ello, ahora me voy a concentrar en los jóvenes.
Hago pié en el compartir de Romina y Andrés. Ellos les contaron hace un tiempo la experiencia de la misión junto a los niños, y también junto a los jóvenes.
La misión junto con los jóvenes, fue desde el primer año, un dejarnos "misionar" por Dios desde la realidad de ellos. Siempre lo viví como un camino de aprendizaje y "esfuerzo contemplativo" por estar en la sintonía y ritmo de Dios. El primer año no esperábamos jóvenes, nos habían dicho que no vivían jóvenes allí. Pero como siempre "Dios nos sorprendió" y hubo algunos… Unos jugaban al Fútbol frente a la capilla, pero que no pisaban el templo ni en broma y por distintos motivos. Por tanto, sobre todo Diego y Andrés se dejaron enseñar por la Pedagogía de Jesús: "¿Qué buscan?" "Vengan y Vean" (Jn 1, 38), o "¿De qué hablaban en el camino?" (Lc 24, 17). Así entramos sencilla y respetuosamente a "su mundo" y poco a poco los fuimos invitando a la "experiencia de Jesús"…
En el segundo año esto se profundizó y ahondó con fogones y encuentros en los que (si bien no querían entrar a la capilla o venir a las celebraciones) se animaban a rezar o cantar o simplemente estar en silencio frente al fuego. Allí descubrimos que era bueno hacer propuestas de modos sanos de divertirse, encontrarse y compartir sus vidas. "Si vamos a la Junta (encuentro del Río Manso y Río Villegas) en lo posible sin alcohol…". El mate, la guitarra, las canciones populares, el fuego, la escucha de sus silencios que hablan, algunos juegos y la "locura linda de algún animador de fogón", una procesión con la Virgen, nos unían y abría caminos de encuentro.
También les gustaba ayudarnos en las tareas de reparar cosas en la capilla o cortar el pasto: entre cables y martillos, entre pala y podadora los diálogos eran una "oportunidad y un regalo". Hubo oración en los fogones y terminamos colocando en una "celebración" al "Cristo de la Soga" en esa cruz que ellos mismos colocaron y pintaron. Allí fue muy emotivo para nosotros.
Durante este tercer año ya fuimos un poco más preparados y planificados, pero sin olvidar que Dios siempre sale con Sorpresa y Gracia desbordante en medio de nuestros planes. Nos ayudó mucho rezar durante el año durante todo un encuentro de la comunidad misionera ¿Cómo miramos a los jóvenes? ¿Qué vemos en ellos? ¿Cómo nos miran ellos? Etc. Y luego se armó un equipo para llevar todo esto a la práctica (Diego y Meli, Andrés y Romina, Maira y yo). Toda una tarde hasta la cena viendo qué compartir con ellos, cómo seguir acercándonos y acercándolos a Jesús.
Allí vimos que era bueno crear un espacio significativo y de referencia para ellos en el terreno de la Capilla: un lugar de encuentro. Y allí hacer nuestros fogones y ya no en la cancha de enfrente. Justo en ese lugar que les traían recuerdos dolorosos, este año hicimos tres fogones encuentros. La lluvia de los primeros cinco días nos aguó los planes y, al mismo tiempo, nos fue una "feliz excusa" para entrar al templo para hacer el encuentro. En estos encuentros cantamos canciones religiosas (que luego nos las pidieron grabadas porque les había gustado), jugamos, creo que Dios nos regaló la posibilidad de ser puentes entre las "cosas de Dios" y sus vidas… que anhelan misteriosamente a Él. Algunos de ellos son evangélicos e igualmente participaban de todo. Rezamos con la Palabra, con imágenes y nos compartieron vivencias fuertes, a veces dolorosas de sus vidas. Allí me sentí como Moisés ante la zarza ardiente "descalzo ante la tierra sagrada" de sus vidas. Hasta nos invitaron ellos una "cena fogón, un asado" y lo quisieron hacer en el lugar que habíamos preparado. Diego y Andrés no dejaron de acercarse al fútbol. Las más jóvenes de nuestra comunidad (Lucía y Cynthia) compartían como una más en estos encuentros. Otros lo hacíamos desde el dialogo informal mientras trabajábamos en la capilla, o visitábamos sus casas… Si tuviera que encontrar una expresión que exprese sintéticamente el modo de estar con ellos y "acompañarlos" sería ésta: "pastoral de la amistad". Así llamaba el Beato Carlos de Foucauld a su modo de estar contemplativamente en y entre gente.
Realmente Dios nos sorprendió, nos colmó, superó toda expectativa y despertó la Esperanza. Y termino como empecé, con la carta de Juan: ""Dios nos ha demostrado el Amor que nos tiene enviando al mundo a su Hijo único para que viviéramos gracias a Él". El lema de este año para la misión fue "…en un mismo Espíritu". "Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. Reconocemos que está con nosotros y nosotros con Él porque nos ha hecho participar de su Espíritu". (1 Jn 4, 12 – 13). Y nosotros damos testimonio de ello; "Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han palpado nuestras manos, es lo que les anunciamos: la Palabra de Vida. La Vida se nos manifestó… Lo que vimos y oímos se lo anunciamos también a ustedes para que compartan nuestra vida, nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Les escribimos esto para que nuestra alegría sea completa". (1 Jn 1, 1-4). Así sea y Gracias!!
Abrazo en la Guadalupana del Encuentro.
adrián