Gracias al generoso envío de Bernardo, podemos compartir su "esquema" para la homilía del Oficio Divino del Viernes Santo.
1. Introducción
-El hecho de la muerte de Jesús resultó un total escándalo para
sus discípulos, por eso todos huyeron.
-Pero con la luz de la Resurrección y la infusión del
Espíritu Santo comenzaron a comprender lo sucedido.
-El escándalo comenzó a ser interpretado con
el verbo “entregar” (didomai, paradidomi: dar, poner, entregar,
traicionar, morir, hacer morir); y en el entramado de tres libertades:
-La libertad humana que entrega a
Jesús a la muerte como si fuera un criminal (Mt.27:26).
-La libertad de Jesús que se entrega a
sabiendas y queriendo (Jn.10:17s.).
-La libertad del Padre que manifiesta
su amor entregando a su Hijo (Rom.8:32).
-Veamos esta triple entrega con un poco más de detalle, con la
esperanza de que, al menos dos de ellas, motiven también la nuestra.
2. Cuerpo
2.1. Nuestra libertad y la revelación de nuestro pecado
-La entrega traicionera por parte de Judas, la responsabilidad
de algunas autoridades judías, la irresponsabilidad del pueblo
sublevado, la condenación de Pilato, la ejecución romana... y de nosotros
en todos ellos, muestra la raíz de nuestro pecado: la muerte de
Jesús en la cruz, además de un misterio, es un crimen.
-Los hombres, no sólo no aceptamos su oferta gratuita de
salvación, sino que pensamos que su mera presencia de Jesús era un peligro y
una amenaza, ¡había que eliminarla y eliminarLe!
2.2. La libertad de Jesús y la radicalización de la libertad
-La muerte de Jesús en cruz es también efecto y fruto de
su propia libertad: la noche en que fue entregado él mismo se
entregó, Él mismo nos lo dijo: por eso me ama el Padre, porque doy mi vida,
para recobrarla de nuevo; nadie me la quita, yo la entrego voluntariamente
(Jn.10:18).
-Y esta entrega la anticipó la noche de la cena en el
sacramento de la Eucaristía: la noche en que fue entregado, tomó pan,
dando gracias, lo partió y dijo: ‘este es mi cuerpo que se entrega por
vosotros’ (I Cor.11:24; Cf. Mc.10:45; Gál.2:20; Ef.5:2,25; Jn.15:13).
-Esta entrega, totalmente libre, es también un acto de obediencia
al Padre-Dios, Jesús demuestra así su condición filial, como
Unigénito de Dios.
2.3. La libertad del Padre y la manifestación plena del amor
-Jesús, entregado por su Padre, es la manifestación más
plena del amor de Dios: el Padre está “implicado” y “comprometido” en la entrega a la
muerte de su Hijo: todo lo del Hijo es también Suyo. Al entregarlo se
entrega a Sí mismo.
-Los Evangelios sinópticos expresan esta convicción de dos
maneras diferentes y complementarias: mediante el “pasivo divino”
(Mc.8:32; 9:31; 10:33) y el uso del verbo “dei” que se puede traducir
por: tener que, es necesario (Mc.8:31; Jn.3:13s.; I
Jn.4:7-10, Rom.8:32).
-De esta forma se indicaba que la
entrega-muerte de Jesús está inserta en la Historia de Salvación.
-La entrega del Hijo por parte de Dios demuestra
su amor por estos pecadores que nosotros somos.
-Era “necesario” (por nuestra ceguera
y dureza de corazón) que Dios, en su libertad, nos demostrara su
amor.
-San Pablo, en la carta a los Romanos, en el contexto del
“himno al amor de Dios” (8:31-38), utiliza y aplica el verbo “entregar” a la
acción de Dios (Padre):
-Dios no se reserva ni escatima
a su Hijo sino que lo entrega en favor nuestro.
-La autoentrega del Hijo y la entrega que
Dios hace de Él, son una única entrega pro nobis.
-El Padre nos lo dio, Dios se nos dio en el Hijo como
Padre que ama a todos los otros hijos con ese mismo amor conque
ama al Unigénito.
3. Conclusión
-El destinatario de la entrega de Jesús no es el Padre-Dios,
sino nosotros, nosotros somos los beneficiarios: ¡murió por nuestros pecados!
(a causa de ellos y para liberarnos de ellos).
-El Padre nos lo ha entregado y ofrecido para revelarnos su
infinito amor, y Él mismo se nos entrega con su Hijo, en el Espíritu Santo: el
Dios Trinitario es un Dios “para nosotros”.
-La lección que nos enseña el Viernes Santo es muy sencilla: ¡Dios
se entrega por entero a quienes se le entregan por entero!
Bernardo,
3 de Abril 2015