Cristo ha vencido al mal de modo pleno y definitivo, pero nos corresponde a nosotros, a los hombres de todos los tiempos, acoger esta victoria en nuestra vida y en las realidades concretas de la historia y de la sociedad.
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Sin la gracia no podemos nada. Y con la gracia del Bautismo y de la Comunión eucarística puedo llegar a ser instrumento de la misericordia de Dios. De esa bella misericordia de Dios...
¡FELIZ PASCUA!