Queridos todos en Soledad Mariana:
¡Les deseo una muy Feliz Pascua de Resurrección!.
Les comparto estas palabras del Papa que me hacen
reflexionar sobre mi Galilea y nuestra Galilea como comunidad.
Galilea es el lugar de la
primera llamada, donde todo empezó. Volver allí, volver al lugar de la primera
llamada. Jesús pasó por la orilla del lago, mientras los pescadores estaban
arreglando las redes. Los llamó, y ellos lo dejaron todo y lo siguieron (cf. Mt
4,18-22).
Volver a Galilea quiere
decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria. Releer todo: la
predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las
defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final, que es un nuevo
comienzo, de este acto supremo de amor.
También para cada uno de
nosotros hay una «Galilea» en el comienzo del camino con Jesús. «Ir a Galilea»
tiene un significado lindo, significa para nosotros redescubrir nuestro
bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de
nuestra experiencia cristiana. Volver a Galilea significa sobre todo volver
allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo
del camino. Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día,
y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas. Con esta chispa se enciende una
alegría humilde, una alegría que no ofende el dolor y la desesperación, una
alegría buena y serena.
En la vida del cristiano,
después del bautismo, hay también una «Galilea» más existencial: la experiencia
del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo y
participar en su misión. En este sentido, volver a Galilea significa custodiar
en el corazón la memoria viva de esta llamada, cuando Jesús pasó por mi camino,
me miró con misericordia, me pidió que lo siguiera; recuperar la memoria de
aquel momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en que me
hizo sentir que me amaba.
Hoy, en esta noche, cada
uno de nosotros puede preguntarse: ¿Cuál es mi Galilea? ¿Dónde está mi Galilea?
¿La recuerdo? ¿La he olvidado? He andado por caminos y senderos que me la han
hecho olvidar. Señor, ayúdame: dime cuál es mi Galilea; sabes, yo quiero volver
allí para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia.
El evangelio de Pascua es
claro: es necesario volver allí, para ver a Jesús resucitado, y convertirse en
testigos de su resurrección. No es un volver atrás, no es una nostalgia. Es
volver al primer amor, para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el
mundo, y llevarlo a todos, hasta los confines de la tierra.
Les deseo que la
Alegría del Resucitado colme nuestros corazones y nuestras vidas para que
podamos ser realmente testigos en la fe, de su Resurrección.
Un abrazo a cada uno
en María de la Pascua
Mercedes Sarmiento