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domingo, abril 12

Doña Julia, por Graciela Cañas

Doña Julia.
La casa bajando la ruta, antigua construcción del siglo pasado, apariencia y luego certeza de hostería abandonada.
Doña julia aparece precedida por sus perros, que tienen fama de malos, pero son solo unos cachorros flacos, y con índices de sarna.
Ladran Sancho.!!! Y como si nos fueran a comer, pero la presencia y la voz de Doña Julia hacen que se aparten y nos dejen bajar.
Me presento y nos presento. Y ante el asombro de las tres misioneras,( dos, mas parientes de Sancho que de Quijote y una tercera, que bien podría ser la hermana del andante caballero manchego) nos invita a pasar.
Está regando un mustio jardín, los perros se tienden entre los pastos amarillos y las retamas crecidas sin control.
La entrada a la hostería-casa de doña Julia, es acogedora, muchas plantas crecen allí y en el pasillo. Dan muestra de cuidado, aunque no obsesivo.

Entramos a la cocina, la cual para sorpresa de nuestro olfato, no tiene olor a comida, sino a gatos, muuuchos gatos han pasado por aquí y seguramente viven aquí.
A la vista solo dos, huraños y sombríos, con pocas muestras de afecto, (para el que no conoce de gatos, los felinos caseros son buscadores de cariño y además de restregarse entre las piernas del visitante, suelen subirse a las faldas). La cocina esta fresca y parece que en uso, la muestra de color, la pone una frutera con frutas frescas y apetecibles. El televisor prendido, da noticias de un gato que salvó a un bebe y cosas así. (como si estuviera programado para quien lo mira, jaja).
No para de hablar, creo que el primer bocadillo, fue la presentación y el último, alguna pregunta sobre lo que nos dejó preguntar, en medio de una catarata de palabras que salen de su boca como si fuera un torrente bajando de la montaña…(otra que el “Manso” que de manso no tiene nada.)
Doña julia habla mucho, necesita hacerlo y encuentra en estas tres misioneras ávidas de escucha, un buen receptor.
Mi corazón se hace esponja y mis ojos no alcanzan para recorrer cada detalle, los palitos (ramas pequeñas y delgadas) sobre la mesa, como un atadito de leña en diminuto formato. Parecen preparados para una artesanía, como quien hará un apoya pava o algo así.
Unos leños gruesos debajo de la mesada-isla, donde estamos sentadas, en desvencijadas sillas,( ella permanece parada). Mueve sus manos, y habla, mientras los dos gatos la miran como al descuido,  desde un hueco debajo de la cocina a leña.
Doña Julia nos cuenta, de su pensión-jubilación, de su enfermedad y de los costos de sus remedios, de su familia en Belgrano (capital federal), de Pami y de su hostería, hoy sin uso, aunque sirvió para recibir amigos en Navidad. Nos cuenta como los recibió y lo bien que la pasaron, que reparten los gastos y ella cocina cosas ricas.
No falta la pregunta de Tere que quiere la receta de strudell y ella que nos relata con gestos y ganas como hacerlo. Ya mi boca se hace agua y la mujer andrajosa que esta frente a nosotras se convierte en la pastelera de mis sueños. Dulces esquicitos salen de su boca, de sus manos y de sus ojos. ( igual no deja de preocuparme el olor a gatos en tanta comida) nos acerca un frasco con mezcla de especias, huele muy bien.
Y nos promete una tarta para las patronales, dice… que no estará ese día, que la busquemos. (supongo que a las tres se nos ilumina la mirada).
Nos invita a subir, confieso que es tenebrosa la escalera, pero parece que subimos por la de servicio, sí, eso es, da al medio del estar, un salón grande que hacia sus lados tiene habitaciones, en un ala, varias (que recorremos) vestidas, humildemente, pero parece ya otro lugar, como quien se mete en un relato de los años 50. Los pisos de madera lustrada, crujen a nuestro paso. Camas vestidas a tono con las cortinas y baños para las habitaciones, limpios y sencillos. Saliendo nos dirá que el otro ala, no está lista para usar, (de lejos se ven unos armazones de cama y la claridad que entra por una ventana que da a las inmensas montañas)… Es sola y tiene mucho trabajo.
Nunca supimos por qué no se usa, o por qué está ahí, si su familia está tan lejos…
Si sabemos de su afecto, en la despedida, en la oferta de un “algo para tomar” varias veces y su abrazo sentido al dejarnos partir…supongo habría hablado mil horas más.
Pasados los días cumplirá con su promesa de una tarta para las patronales, muy rica y sin gusto a gatos, pero sí con una mano y don que seguro tiene desde hace muchos años. Dejamos a cambio un rosario, una tarjeta y un angelito blanco, hecho por los niños de la catequesis, pequeños y tiernos regalos, que hicieron brillar sus ojos.
Nos prometimos volver. Dios nos dirá si tiene preparado, este regalo para nuestras almas.






Movimiento Soledad Mariana

"Soledad Mariana" es un Movimiento de espiritualidad mariana y contemplativa, fundado en la Argentina en 1973, por el monje trapense Bernardo Olivera, actual Abad del Monasterio Nuestra Señora de los Ángeles de Azul, provincia de Buenos Aires.