Ya de vuelta de la misión guadalupana.
El viaje fue entre el Santuario de la Guadalupe y la Trapa de Michoacán. Y en el medio la hospitalidad en casa de Bárbara, amiga de Malena, casada con un Pastor luterano.
Ya han leído en el blog cuentos del retiro. Quiero contarles algo de la Guadalupe.
Yo me preguntaba si era de verdad la tilma de Juan Diego la que uno contemplaba en el gran cuadro de la Basílica, porque sabía que la tilma estaba en una caja fuerte… Hasta que, gracias a la respuesta de un empleado de la Basílica, se me hizo la luz sobre “este misterio”: el cuadro que se contempla en la Basílica es una caja fuerte él mismo. Se abre por detrás, y tiene vidrios blindados a prueba de balas y bombas.
Es que así es la historia mexicana: ¡intensa! Y la Guadalupe es su tesoro. Es el tesoro nacional. Un día escuchamos a un hombre de unos 50 años que habló más de una hora sobre Santa María de Guadalupe. Fue en el predio del Santuario, en una especie de gran carpa, con permiso del superior del Santuario. Habló de la historia de México, de su cultura, de cómo la Guadalupe es la primera mexicana, y al mismo tiempo, su bandera en las luchas por la independencia. Era un hombre bien sencillo y muy sabio. Hablaba sin parar y apenas éramos siete personas los que lo escuchábamos. Allí aprendimos mucho sobre este Acontecimiento Guadalupano que marcó la evangelización del Nuevo Mundo. Saqué como obvia conclusión que México es de la Guadalupe, y la Guadalupe es de México y del mundo entero.
Les quería compartir esta primera impresión, que se me quedó impresa en el alma, como está impresa la Imagen de María en el ayate de San Juan Diego.
Un abrazo grande, en Ella,
Martín.