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sábado, noviembre 12

Día 12: Nuestra Señora de Guadalupe

Historia
La primera visita de la Virgen a nuestra América, para atraernos a la cercanía de su Hijo, está encarnada en la Virgen de Guadalupe. Se le aparece a san Juan Diego una hermosa mañana de diciembre de 1531, pidiéndole que se le construya una casita, un templo, un santuario, Ella le dice que lo anhela: "para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa pues yo soy vuestra piadosa madre; a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en Mí confíen; oír allí sus lamentos, y remediar todas sus miserias, penas y dolores.
Y para realizar lo que mi clemencia pretende, ve al palacio del obispo de México y le dirás cómo yo te envío a manifestarle lo que mucho deseo, que aquí en el llano me edifique un templo: le contarás puntualmente cuanto has visto y admirado y lo que has oído... Hijo mío, el más pequeño; anda y pon todo tu esfuerzo".
Él se arrodilló y le dijo: "Señora mía, ya voy a cumplir tu mandado; por ahora me despido de ti, yo tu humilde siervo". Y se fue de prisa a la ciudad y se dirigió al Palacio del Obispo, que era Fray Juan de Zumárraga, religioso franciscano.
El obispo le pidió una prueba, entonces Ella le pidió a Juan Diego que cortara unas rosas en la colina del Tepeyac y, al mostrárselas al obispo, todos cayeron de rodillas admirados al ver cómo la imagen de la Virgen Morena había quedado estampada en la manta de Juan Diego.
Desde ese día son cerca de 20 millones las personas que anualmente peregrinan a su Santuario en México, donde Ella acoge a sus hijos y los lleva al encuentro con Jesús.

Lectura: Jn 1, 9-14
"La Palabra era la luz verdadera, que con su venida al mundo ilumina a todo hombre. Estaba en el mundo, pero el mundo, aunque fue hecho por ella, no la reconoció. Vino a los suyos, pero los suyos no la recibieron. A cuantos la recibieron, a todos aquellos que creen en su nombre, les dio capacidad para ser hijos de Dios. Estos son los que no nacen por vía de generación humana, ni porque el hombre lo desee, sino que nacen de Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros; y hemos visto su gloria, la gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad."

Reflexión:
La Virgen de Guadalupe, con su rostro moreno y sus manos en actitud de saludo nos dice: "Esta, mi casa, es tu casa". Al inicio de la evangelización nos dice: "he venido a cada pueblo de América a traerles un santuario, un lugar donde todos experimenten la cercanía del Dios por quien se vive. Sé que viven en medio de angustias y dolores y, por eso, yo quiero acercarlos a mi Hijo Jesús que nos ha dicho: "Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo los aliviaré" (Mt 11, 28). Él nos acompaña sobre todo en situaciones críticas porque vino como Hijo de Dios a ayudarnos a descubrir que cada uno de nosotros –pase lo que pase– es un hijo querido de Dios y yo quiero que lo puedan experimentar.
Por eso, desde esa primera hora de evangelización, los santuarios son lugares donde millones de peregrinos acuden para renovar su cercanía de hijos de Dios, como bellamente lo expresan nuestros obispos en el Documento de Aparecida: "Allí, el creyente celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de tantos hermanos, caminando juntos hacia Dios que los espera. Cristo mismo se hace peregrino, y camina resucitado entre los pobres. La decisión de partir hacia el santuario ya es una confesión de fe, el caminar es un verdadero canto de esperanza, y la llegada es un encuentro de amor" (DA 259).

Oración
Oh, Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios
y Madre de la Iglesia!...
Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino
de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia:
no nos sueltes de tu mano amorosa.
Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas,
concede a nuestros hogares la gracia de amar
y de respetar la vida que comienza,
con el mismo amor con el que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios.
Esperanza nuestra, míranos con compasión y enséñanos a ir continuamente a Jesús.
Amén. (Juan Pablo II, enero de 1979)

Movimiento Soledad Mariana

"Soledad Mariana" es un Movimiento de espiritualidad mariana y contemplativa, fundado en la Argentina en 1973, por el monje trapense Bernardo Olivera, actual Abad del Monasterio Nuestra Señora de los Ángeles de Azul, provincia de Buenos Aires.