Querida Soledad Mariana:
Aquí les comparto sobre la misión de enero pasado en Río Villegas. Sé que es escaso ante la Inmensa Riqueza vivida. Dios sabe lo mucho que hay en el alma y mi incapacidad de expresarlo… Confío en la misericordia de ustedes para que puedan descubrir detrás de estas palabras la grandeza del obrar de Dios en todo… a través de nuestra humilde y pequeña comunidad misionera.
Mi primera e incansadora palabra es Gracias.
Gracias Padre, Gracias Jesús, Gracias Espíritu Santo, Gracias Divina Trinidad.
Gracias Divina Comunidad de Amor adonde Santa María del Encuentro nos guía, enseña y domestica en nuestra fraterna comunidad misionera.
¡Gracias Señor por el regalo de poder vivir esta experiencia de misión! Gracias por haberme misionado un poco más… en mis hermanos de Río Villegas y de comunidad.
Unidos en Ella, con brazos arremangados… la misión se fue haciendo camino, día a día..., paso a paso…
En una comunidad la distribución de las tareas es Gracia. Así, en comunidad, nos sostuvimos unos a otros en las distintas responsabilidades… Nos fuimos acompañando en cada preparación, detalle, exigencia, adversidad… y así creciendo en servicio, alegría y sentido del humor.
Durante el tiempo de misión, cada día se hace intenso… aprovechado… tomamos conciencia de que el precioso tiempo, acotado, es todo de Dios.
Me pregunto… ¿cómo nos verán ellos?... ¿qué les estamos transmitiendo? …Voy percibiendo que… sembramos cosechando alegría.
Y esto puedo verlo:
-en el estar codo a codo con ellos… encontrados en la mirada, dándonos más cariño y cercanía en cada diálogo-abrazo con cada persona del paraje.
-en cada juego con los niños, es lo que más les gusta a los niños: ¡nuestros juegos! Necesitan, y gozan de la alegría del encuentro entre ellos mediante el juego.
-en cada visita-entrada y estar sin tiempo en cada casa. Donde el mate, el pan y el dulce, son parte de la conversación y del compartir la vida con lágrimas y sonrisas.
-en la participación de la fiesta de los quince de Camila, donde fuimos invitados.
-en la cercanía a hermanos de la comunidad Evangelista. Ganamos confianza y un nuevo modo de mirarnos.
-en la cercanía a hermanos de la comunidad Evangelista. Ganamos confianza y un nuevo modo de mirarnos.
-en el agradecimiento que hay en los ojos cuando nos invitan a todos a compartir una cena, o cuando nos dicen ¡Qué linda se ve la capilla iluminada de noche! Trabajo buenísimo que hizo José por pedido del Padre Roberto.
En cada invitación que hicimos:
-a la misa o celebración de la palabra de cada día. Donde, además de todos los niños, participaron esta vez, en todas (por lo menos) dos señoras del lugar.
-al trabajo de los pozos y colocación de las estaciones del Vía Crucis. Donde cada grupo colocó un palo de estación. Las madres-abuelas del lugar, los matrimonios más jóvenes del lugar, las personas que representan a instituciones como la maestra, enfermera y bombero, los niños y los jóvenes.
-al bautismo y primera comunión. El bautizado fue Jeremías, un niño de dos años, y la primera comunión fue de Mailen de 14 años. Los misioneros acompañamos los últimos momentos de preparación de los padres de Jeremías y de Maylen. Una fiesta que vivimos todos juntos en la misma celebración con el padre Roberto.
-al fogón (sin fuego) de despedida de los misioneros. En un día muy fresco para estar afuera, nos despedimos dentro de la capilla cantando, riendo, compartiendo mate y galletitas entre todos…
Nuestro lema para esta misión: "Les doy mi Paz" fue la Luz para cada instante vivido.
Quienes fuimos: Hasta dos semanas antes de partir, íbamos a ser doce misioneros… Pero ocurrió, unos días antes, que el padre de Diego se enfermó necesitando atención, lo que hizo que Diego y Melisa cambiaran el rumbo de la misión hacia donde Dios les estaba mostrando. Y luego, Pedro que cayó en cama, debido a una complicación de salud. Por lo cual Mechita y Pedro, muy a pesar de ellos, tampoco pudieron estar presentes en la misión.
Así fue que terminamos siendo de la partida:
José y Patricia, Adrián, Maira, Mariana, Pancha y María. Y, ¡Fernando! que apareció como sorpresa y regalo de Dios, quedándose la primera semana compartiendo y colaborando en todo, como un misionero más.
En nombre de todos los misioneros les decimos a Todos, también, GRACIAS, al apoyo tanto orante como económico… en Soledad Mariana nuestras manos en redes de entrega y donación en comunión, construyen la Fortaleza de toda misión…
Y el último Gracias es a Cada Misionero y Misionera, los que fueron y los que no pudieron ir esta vez. Y ojalá Dios inspire a más misioneros marianos contemplativos a vivir esta preciosa aventura…, puro don de su amor, para poder seguir expandiendo por donde Él quiera este modo de misionar que nos va regalando y mostrando.
Unidos en María, Madre Virgen de la Visitación y encontrados cada día en la Virgen Madre de la Anunciación, va mi abrazo de hermana a cada uno
María
Pd. confío que otros misioneros puedan seguir contando tantas obras del Señor que vivimos...