REGOCIJO
Trabajé, Señor, jornada tras jornada,
lastimadas mis manos con tierra y con cizaña,
sembré, clamando por tu ayuda.
En gozo y con confianza,
deposité en tus manos mi labranza.
Esta tarde de riego
el empuje del agua se hace lluvia,
acaricia mis llagas,
y alimenta los brotes que asoman en los surcos
donde ayer sólo había desierto y desencanto.
Haz cumplido, Señor,
como siempre, Tu Promesa.
Junto a mí te sientas, me sonríes,
me sostienes en las noches más oscuras,
acompañas con tu música mis danzas,
mientras espero paciente la cosecha,
mientras disfruto la Luz de Tu Palabra.
Este día es conocido como el "Domingo de la Alegría", alegría que no se consigue por la posesión de bienes materiales sino que brota de la relación personal con Cristo Salvador.
La alegría es y debe ser fundamento y característica de la espiritualidad cristiana. Así lo resaltan las lecturas de hoy:
"¡Grita alborozada, Sión, lanza clamores Israel, celébralo alegre de todo corazón, ciudad de Jerusalén!".(Sofonías, 3,14).
"Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres". (Flp. 4,4).
Estas exhortaciones se llenan de significación cuando consideramos que no fueron escritas en días de bonanza y buenaventura. Sofonías lo hacía en medio de una sociedad corrupta y entregada a la materialidad; San Pablo mientras sufría prisión por predicar el Evangelio.
Pero este sentimiento de júbilo no se acaba en sí mismo, debe ser transmitido y compartido a través de la solidaridad y fraternidad: "Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca".( Flp.4,5).
"Estad alertas" se nos recordaba hace unos días. Que nuestro vivir cotidiano no debilite nuestro gozo puesto que éste tiene sus raíces en la salvación obtenida por Cristo. Que nuestra caridad no sea afectada por nuestro deseo de posesión de bienes materiales: "El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene, el que tiene para comer que haga lo mismo" nos recuerda el Bautista.
Difícil para nuestra mentalidad insaciable y consumista, pero, posible si dejamos que el Dios del Amor obre en nosotros con la acción de su Espíritu. Pidámoslo en nuestras oraciones con fe y agradecimiento.
Un abrazo desde María, madre de los pequeños y humildes que aguardan con esperanza y trabajan gozosos por la concreción del Reino.
María de las Mercedes
Chascomús, 13-12-2012