"Qué solita estás...
pero qué cercan,
como en una soledad solidaria...
¡qué madre y qué virgen!"
María se presenta como un modelo que configura nuestra vida, tanto en el orden humano cuanto teologal.
Modelo insuperable de persona humana
Creada a imagen y semejanda de Dios uno y trino, María es persona en el sentido más pleno de la realidad y de la palabra. En ella se da una armonía sin par entre individualidad-relacionabilidad; autoposeción-autodonación: soledad-solidaridad: yo-nosotros
Ella es una en relación. Su yo individual es único e irrepetible, tiene a Dios mismo como fuente y autor. Sin el Tú divino que la llama a la existencia, el yo de María no podría ser ni existir y desde el momento en que es y existe, ella misa se convierte en un tú para quien le dio el ser y la existencia. Por eso su yo individual es también un nosotros relacional.
Y María va siendo y existiendo, gracias a su conciencia y su libertad. Ella sabe quién es y sabe y quiere lo que hace. Es responsable de sí misma y de sus obras.
María es mujer
Madre y esposa, tiene el centro de gravedad en su hijo y esposo.
María virgen, es centro de atracción y encanto a fin de ser esponsal y maternalmente fecunda.
María es toda relativa a Dios y a los hombres; toda referida, con reciprocidad, a Él y a nosotros.
Su soledad es consecuencia de su solidaridad. En su soledad de autopresencia, María encuentra la fuente de su presencia solidaria.
María goza una profunda armonía existencial entre las dimensiones de soledad y solidaridad de su ser personal.
Modelo de contemplación y espiritualidad cristiana.
Contemplación: fe enamorada que anticipa lo esperado; es visión con ojos de amor, es unión con Dios en mente y corazón.
La soledad y solidaridad de María dicen también referencia al doble núcleo de la espiritualidad cristiana:
La fraternidad y el amor al prójimo como a uno mismo
y
La filiación y el amor a Dios sobre todas las cosas
La soledad y solidaridad de María confluyen en una única y doble realidad: la alianza con Dios y con los hombres.
En consecuencia, los ciudadanos del Pueblo de Dios "deben caminar por la tierra, pero como ciudadanos del cielo, con su corazón enraizado en Dios, mediante la oración y la contemplación"
Si aceptamos a María como cautivante modelo, ella nos hará participar de su gracia. Podremos así ver y unirnos a Dios con los ojos de María, latiendo con su corazón, obrando con sus manos y testimoniandolo con su vida.
Bernardo Olivera, ocso
(Cfr. Siguiendo a Jesús en María)