NOVENA (Dia 1)
ORACIÓN INICIAL
Santísima Virgen de la Merced , Madre nuestra y
modelo de los que sufren persecución o
dolor por amor y fidelidad a la
Iglesia , escucha nuestros humildes ruegos. Te pedimos por la Santa
Iglesia, por el Papa Francisco, por nuestros hermanos necesitados de ayuda y
consuelo. Sobre todo por aquellos que sufren enfermedad y persecución, que
experimenten el consuelo que reservas a quienes perseveran fieles a las enseñanzas
de tu hijo Jesucristo.
En este Año de la Misericordia, danos María, ganar un corazón amoroso y generoso para saber perdonar y para trabajar con
firmeza y constancia en la construcción de una comunidad renovada en la que vivamos con alegría el servicio mutuo aprendiendo cada día más a amar
como Jesús nos amó.
Modelo nuestro, queremos amar a Jesús como vos lo amas.
SANTA MARÍA DE LA MERCED
O DE LA
MISERICORDIA
...Imitar a María
es internalizar o hacer propios los
valores o bienes que motivaron la vida de María: fe, esperanza, caridad,
oración, disponibilidad, libertad, gratuidad, entrega, compromiso, servicio...
Ya sabemos que los valores son bienes
atrayentes que motivan o guían nuestro obrar. En el caso de nuestra Madre inmaculada
podemos agregar algo más: ¡ella misma, sumo bien y bondad, es un valor! Por eso
su persona y presencia tiene importancia, influencia y “arrastre” en nuestras
vidas. Por eso guía nuestra acciones, inspira nuestra conducta y configura
nuestra personalidad. (B.Olivera, en Siguiendo a Jesús en Maria...)
En el rostro de María de la Merced hay un algo especial
que, al contemplarla, no puede dejar de llamar nuestra atención. Ese algo es la
ternura entrañable que se refleja en su mirada y en el gesto de sus manos
abiertas en señal de don o de acogida. María es ternura y por eso, nadie mejor
que ella, puede mostrar a los hombres la misericordia infinita de Dios.
Sí, la ternura de María manifiesta
la misericordia de Dios. ¿Por qué? Sencillamente porque la misericordia es la
ternura que anida en un corazón y lo desborda experimentándose en forma de
compasión, perdón o ayuda hacia otros.
Esta es la experiencia que Israel
tiene de Dios, la de un Padre lleno de ternura., rico en misericordia, que no
cesa de salir en socorro del miserable y del afligido, del huérfano y la viuda;
que no deja sin respuesta el clamor de su pueblo oprimido en Egipto; que
perdona las infidelidades de Israel mostrando así su ternura y amor generoso;
que no busca la muerte del pecador sino que cambie de conducta y viva.
Esta es la experiencia que nosotros
tenemos de Dios, la del Dios del amor misericordioso, que no dudó en enviarnos
a su Hijo, quien sufrió la muerte y muerte de cruz para que nosotros tuviéramos
vida para siempre.
Y esta es la experiencia que tenemos
de María: la de la mujer misericordiosa que con ternura maternal va en ayuda de
sus hijos más pequeños, aquellos que sufren, aquellos que lloran. Y María de la Merced nos habla de ese
aspecto de maría: su misericordia; pero más precisamente de su misericordia
redentora porque vista, consuela y libera. María de la Merced hace presente entre
los hombres la misericordia de Dios consolando al perseguido, redimiendo al que
sufre opresión, al que está en cautividad; situaciones estas que ponen al
hombre en peligro de perder el don precioso de la fe, a la vez que niegan su
dignidad.
PAUTAS PARA LA REFLEXIÓN
¿Qué relación hay entre misericordia
y ternura? ¿Por qué María nos muestra la misericordia de Dios? ¿Por qué María
de la Merced
es Madre de la
Misericordia ? ¿Soy yo misericordioso? ¿Cómo imito a María?
Presentamos nuestra petición personal y rezamos tres Ave Marías
ORACIÓN FINAL
"Acuérdate, piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir, que ninguno de los que han acudido a tu presencia, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido abandonado por vos.
Animados por esta confianza, a vos también acudimos nosotros, Oh ¡Virgen, Madre de las vírgenes! y aún gimiendo por el peso de nuestros pecados, nos animamos a comparecer ante tu presencia soberana. Oh. Madre de Dios, no deseches nuestras súplicas sino más bien escúchalas y acógelas favorablemente, por Jesucristo Nuestro Señor. Amen."