Hoy 22 de diciembre se cumplen dos años desde que Lili de Marinis entró en la Casa del Padre.
No puedo dejar en silencio el blog en este día de su partida entre nosotros...
A Lili la conocí por primera vez en la casa de la Hermana Lía Barilari, habrá sido por el año 92. La primera impresión que tuve de ella fue de una mujer entusiasta, alegre, comunicativa y apasionada por aprender con hondura sobre la vida mariana contemplativa.
Por aquellos años había un grupito de Soledad Mariana de la región Oeste que giraba alrededor de las enseñanzas que aportaba nuestra muy querida también, hermana Lía.
Lili era una de ellas. Recuerdo, que un domingo por mes yo iba de visita por allá y muchas veces la encontraba a Lili recibiendo las ejercitaciones junto con Isabel. Mientras ellas trabajaban, hacíamos en el fondo del jardín de la casa una reunión de oración junto con algunos jóvenes del lugar. Al terminar las dos reuniones nos encontrábamos todos, junto a otros del barrio que aparecían de visita a tomar mate y disfrutar de estar y conocernos, esto nos generaba un clima de mucha alegría.
En este matear fui conociendo más de cerca a Lili, de a poco fue mostrando sus conocimientos sobre el vivir desde su gusto por el yoga y deseo de integrarlo al ejercitarnos en la espiritualidad mariana contemplativa. Le encantaba enseñarnos a respirar y darnos posiciones ideales para salir de las propias tensiones del cuerpo, se imaginarán como reíamos y gozábamos juntos en estos ratos de estar compartiendo los saberes de unos y otros.
Lili, siguió creciendo espiritualmente en lo mariano y contemplativo; así, en el transcurrir del tiempo, comprometida cada vez más con la espiritualidad, comenzó a ser ejercitadora y acompañante de muchas personas en Ituzaingó, lugar donde ella vivía. Luego aceptó, con verdadera entrega y generosidad el ser coordinadora de la región Oeste.
Con Lili se vivía una fraterna y auténtica Amistad. Deseaba vivir la vida a fondo, sea la circunstancia que le tocara vivir. Para mí fue una mujer plena. Tenía una enorme sensibilidad de madre pero también mostraba rasgos de padre en su capacidad de organizar y ejercer la autoridad. Transmitía siempre el inmenso amor y gozo que tenía por Cacho, su marido, por sus hijos y nietos.
Y ahora te hablo, Lili tan querida, aunque se te sigue extrañando, es merecidamente Justo que ya estés Gozando de la Casa de nuestro Dios... Vivías con tal hondura las cosas que ya no cabían en tu cálido y acogedor corazón.
La última conversación que tuvimos juntas fue caminando en una preciosa mañana de sol radiante por el parque de la casa de retiros del encuentro general del 2007 en La Montonera. Recuerdo muy bien tus palabras que, con tu permiso desde el cielo, querida Lili, se las comparto a nuestra familia de Soledad Mariana.
Me dijiste algo así: "Estoy muy bien, esto no quita que las circunstancias sean complicadas, los problemas están y convivo con ellos pero tengo una Paz que me hace tomar todo de manera muy diferente. Sigo activa, atenta y orante en cada día pero puedo decir que estoy viviendo ante todo lo que me toca, una paz y descanso confiado que me es gozoso".
Gracias querida Lili, por tu búsqueda de la verdad y el amor de manera coherente y ejemplar.
Gracias por tu entrega incansable, pura fortaleza.
Gracias por confiarte con audacia al Sí a la voluntad de Dios...
Gracias por todo lo compartido que ha sido de gran enseñanza para mí.
Gracias por Cacho, tus hijos y nietos. Ellos están y vos estás entre ellos, no me cabe duda.
Están tus semillas entre nosotros que en nuestra pequeña fidelidad de cada día iremos dando a luz esos frutos que vienen de vos.
Bendito sea el Padre que nos regaló tu vida.
María