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martes, junio 9

Pascua de Feli: Inés y Pancho Cornejo (Centro)

Cuando se murió Feli estábamos en Salta. Por más que sabíamos que, difícilmente la volveríamos a ver, tuvimos sentimientos encontrados cuando nos llamó Patricia a contarnos lo que iba sucediendo. Primero fue de tristeza, luego, al saber que había pasado su Pascua nos vino también el gozo, pensando que Feli ya dejaría de sufrir y estaría plena en la alegría de estar con el Señor.

Para la región centro Feli fue una presencia muy fuerte de su vida Mariana Contemplativa. Nos fue contagiando a todos su disponibilidad, su afectuosidad y sobre todo su creatividad. Era un lujo compartir la vida con Feli desde el corazón.

Tenía muy presente las raíces de lo que Bernardo nos había convocado a todos seguir en este camino Mariano Contemplativo.

Con Pancho le tenemos que agradecer su compañía a lo largo de todos estos años y como nos fue apuntalando cuando estábamos en algún cargo de responsabilidad, con su consejo, su apoyo y trabajo. Siempre pensando en ayudar teniendo como meta la vida contemplativa enraizada en nuestros corazones. Luego de los encuentros había una llamada o simplemente un mail, compartiendo lo bien que lo habíamos pasado o con un "los quiero mucho". Ya extrañamos esas llamadas pero Feli está en nuestros corazones, alentándonos a continuar con esperanza este camino de búsqueda al Señor Jesús y María.

El otro día escuché que la FELICIDAD profunda trasciende sentimientos y que es experiencia del espíritu que se percibe en el alma que está en búsqueda y oración. FELICIDAD que es esfuerzo y trabajo hasta el final de la vida con alegría y esperanza en el crucificado.

Creo que Feli nos dio ese ejemplo y no se rindió en el dolor sino que se superaba, compartía con todos y estaba atenta a seguir compartiendo mientras tuviera aliento TODO CON TODOS.


GRACIAS FELI POR TODO EL AMOR QUE NOS DISTE
Inés y Pancho

Movimiento Soledad Mariana

"Soledad Mariana" es un Movimiento de espiritualidad mariana y contemplativa, fundado en la Argentina en 1973, por el monje trapense Bernardo Olivera, actual Abad del Monasterio Nuestra Señora de los Ángeles de Azul, provincia de Buenos Aires.