Amigos y Hermanos de Soledad Mariana,
No saben cuanto hubiese deseado estar hoy con ustedes en Buenos Aires recordando a Feli, celebrando su vida y agradeciendo a Dios y a ella por lo que me tocó compartir con ella. A pesar que la conocía desde años, nuestra amistad empezó hace sólo cuatro. Una mañana de sábado, en una de mis pasadas por Buenos Aires, encontrándome con Martín en la sede, ella llegó y así “irrumpió” en mi vida. En ese tiempo tuve varias ocasiones de pasar por la ciudad, hospedándome en su casita y teniendo largas conversaciones. Cuando mi madre tuvo una cirugía muy delicada en Buenos Aires, ella estuvo a mi lado fortaleciéndome y aliviándome. Fue la última vez que nos vimos.
Feli nos regaló a nuestro grupito de SM de Córdoba un retiro que fue sólo luz e inmensa alegría en la fraternidad en Dios (las fotos que envío dan muestra…) Nunca lo olvidaremos.
He tardado en escribir porque al inicio no lo podía aceptar. Había intentado varias veces verla en el transcurso del año pasado pero nunca coincidimos en mis pasos por Buenos Aires. Sentía una gran pena por no poder verla. Nos escribimos hasta esta Pascua. En este mes, he conversado mucho con ella y la siento cerca de nosotros. Sé que está ya en el gozo pleno de la Santísima Trinidad pero la echaré de menos.
En comunión profunda en este día especial de Feli,
Fiorella