La devoción a esta advocación mariana la propagó el abogado italiano Bartolo Longo (1841 – 1926) a finales del siglo XIX. Ante la difícil situación moral de la ciudad de Pompeya, marcada por ser la cárcel de Nápoles, comienza con un grupo de personas una campaña del Rosario en una antigua Iglesia y al mismo tiempo funda obras de beneficencia y educación para las familias de los presos. Esto despierta mucha fuerza de oración y de obras para apostolado.
Con rapidez esta devoción cruzó los mares y fue traída a América por los inmigrantes italianos que llegaban a Buenos Aires.
Lectura: I Tes 5, 17-18
"Oren en todo momento. Den gracias por todo, pues esta es la voluntad de Dios con respecto a ustedes como cristianos."
Reflexión
"La piedad popular es la piedad de los "pobres y sencillos". Es la manera cómo estos predilectos del Señor viven y traducen en sus actitudes humanas, y en todas las dimensiones de su vida, el misterio de la fe que han recibido.
Esta piedad popular, en toda América Latina, es indisolublemente mariana… Ella es la madre, la reina, la protectora, la modelo. A ella se viene para honrarla, para pedir su intercesión, para aprender a imitarla, es decir, para aprender cómo ser un verdadero discípulo de Jesús".
Oración
"Virgen María, Reina del Santo Rosario, enciende en nosotros el amor a Jesús, a su Palabra, a la Iglesia, a los pobres, a la búsqueda de la verdad y de la paz.
Al oír que tantos han sido ayudados porque pudieron acudir a ti, sentimos nueva confianza y el valor para invocarte, como Santo Domingo, a través del rezo del Santo Rosario.
Con el corazón y con fe viva, te llamamos, te invocamos:
¡Madre de Dios, Madre de la Iglesia, Madre nuestra, escúchanos!
Cada tres invocaciones respondemos cantando:
Queremos hoy honrarte como el mismo Dios te honró
y queremos amarte como Jesús te amó.