De alabanza porque la
Misa es una alabanza al Padre por Cristo Jesús que se ofrece
por nosotros, renovando su entrega en la Cruz en el Gólgota por la salvación del mundo.
De sanación porque al ir a comulgar decimos “Señor yo no soy digno de
que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme”.
Estas son las ideas y sentimientos que abarcan mi corazón en estos
días, en este tiempo.
Es algo ¡tan grande y maravilloso!
Siempre pienso en la
Encarnación del Verbo de Dios. El Hijo eterno de Dios se ha
hecho hombre, por puro amor. Esta entrega de Jesús, Hijo de Dios, se renueva en
cada Misa, cada Eucaristía. Esto da vida al mundo porque El es la Vida.
Sí, es algo ¡grande y maravilloso! es ¡un misterio eterno de amor!
Hoy celebré la Misa
en mi parroquia de Fátima con mucha gente amiga, y más gente aún en mi corazón.
Y ahora sigo de alguna manera en esa acción de gracias.
Es emocionante celebrar al Señor: tan cercano y tan trascendente.
El nos une, El nos renueva, nos hace creaturas nuevas.
Hoy sentí eso. Cada Misa es un paso hacia el Dios vivo.
Gracias Señor.
Gracias Señor, Dios del universo.
Gracias por ser Dios, y al mismo tiempo, tan pequeño, tan tan pequeño
que te quedaste en un trozo de pan bendito para la salvación del mundo.
¡Gracias Señor!
¡Gloria a ti Señor!
P. Martin Serantes