“SIEMBREN
Una tardecita caminábamos Patricia y yo a una casa, llevando la imagen de la Virgen de Guadalupe, que visitaba cada casa que quisiera recibirla. Cuando de repente alzo la vista y veo una flor.
Me detuve y sin dudarlo llamé a Blanca (ella es evangélica) que estaba adentro de su casa y le pedí si me regalaba la flor para ponerla en la capilla y le dijimos que íbamos hasta lo de Rosa y volvíamos enseguida.
A la vuelta, nos salió al encuentro con la rosa colocada en un florerito.
Y nos contó que ese rosal se lo había regalado varios años atrás una misionera llamada Mercedes.
En este gesto se cumplían las palabras de Bernardo.
Hubo otros.
El Señor fue muy generoso.
Lo es eternamente
Hoy, Jueves Santo, se ha puesto a nuestros pies.
¡Somos seguidores de un Dios que se ciñe las vestiduras, nos lava los pies, nos besa!
Entrega su vida por todos
Y nos salva
Y nos da una nueva vida, ¡su Vida!
Para que tengamos vida, ¡para que seamos felices!
Muere entregando su espíritu
¡Y resucita glorioso!
Y nos envía en un mismo Espíritu
¡A proclamar el Reino de los cielos!
Este acto de amor es el que nos mueve y remueve.
Y cuanto nos arde el corazón
¡Ay de mí si no lo digo! gritó el profeta
NO PODEMOS CALLAR.
Si lo hacemos, las piedras gritarán
Cuánto bien nos hace el Señor,
¿cómo le pagaremos?
Misión de Soledad Mariana