La ternura de Jesús. El, que conoce lo más profundo de nuestro corazón, no solo nos aguarda junto al pozo para darnos el Agua de Vida Eterna… El se acerca de manera dulcísima y nos pide "dame de beber"(Jn. 4,5-42).
Uno se sorprende como la samaritana: ¿cómo Tú me pides de beber a mí que soy un pecador?
Jesús nos mira con ternura infinita en los últimos instantes de la cruz y nos vuelve a decir "Tengo sed".
Jesús nos mira con ternura infinita en los últimos instantes de la cruz y nos vuelve a decir "Tengo sed".
Tengo sed de tu amor ….
(Jn. 19)
Marcela Lalor
0 comentarios:
Publicar un comentario