Historia
El 24 de junio, de 1981 comenzaron los reportes de las apariciones de la Santísima Virgen María a seis niños en la aldea de Medjugorje, situada en Bosnia-Hersegovina (parte de la antigua Yugoslavia). El aniversario se celebra el 25 de junio porque el primer día los niños se asustaron y huyeron y no fue sino al día siguiente que los niños hablaron con la Virgen por primera vez.
Desde entonces, millones de peregrinos han venido a rezar y meditar los mensajes en un lugar en el que se experimenta una profunda paz e intimidad con Dios. En junio de 1986, en respuesta a un grupo de doce obispos italianos que buscaban consejo pastoral sobre la gente que va de peregrinación a Medjugorje, Juan Pablo II les respondió: «Dejen que la gente vaya a Medjugorje. Allá se convierten, oran, se confiesan, hacen penitencias y ayunan».
Lectura: Juan 2, 1-5. 11
Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la Madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara el vino, le dice a Jesús su Madre: "No tienen vino". Jesús le responde: "¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora". Dice su Madre a los sirvientes: "Haced lo que él os diga"… Así, en Caná de Galilea dio Jesús comienzo a sus señales y manifestó su gloria, y creyeron en Él sus discípulos.
Reflexión
"Permaneced en la escuela de María, escuchad su voz, seguid sus ejemplos. Como hemos oído en el Evangelio, Ella nos orienta hacia Jesús: "Haced lo que Él os diga". Y como en Caná de Galilea, encomienda al Hijo las dificultades de los hombres, obteniendo de Él las gracias deseadas".
En su escuela queremos aprender a ser discípulos atentos y dóciles al Señor (…) Siguiendo su ejemplo, queremos dejarnos guiar siempre y sólo por Jesucristo".
(S.S. Juan Pablo II. Homilía ante la Basílica Nacional de Aparecida. 4 de julio de 1980 /
S.S. Benedicto XVI. Homilía en Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. 1º de enero de 2006)
Oración
¡María, Madre de Dios y Madre nuestra, Reina de la Paz!
Tú viniste a nosotros para llevarnos a Dios.
Alcánzanos la gracia de no sólo decir:
¡Hágase en mí según Tu voluntad!,
sino vivirla tal como Tú lo hiciste.
Ponemos en Tus manos nuestras manos,
a fin de que puedas conducirnos a Jesús
en medio de todas las aflicciones y pesares.
Por Cristo, Nuestro Señor. Amén.

0 comentarios:
Publicar un comentario